Es común que la depresión vaya acompañada de una sensación de cansancio e inapetencia que provoca una disminución de las actividades placenteras y, por supuesto, la realización de menos actividades físicas, lo que causa el empeoramiento del estado de ánimo depresivo.
Entonces, el reto es romper ese círculo: “Reorganizar los estilos de vida aumenta la eficiencia de los tratamientos en diferentes planos: no solo por el impacto directo sobre los síntomas, sino por la prevención de recaídas y las consecuencias beneficiosas en otras áreas de salud y funcionamiento psicosocial”, comentó Laura Hernangómez, psicóloga y una de las autoras del manual «Tratamiento paso a paso de los problemas psicológicos en adultos».
Hoy en día, los tratamientos incluyen psicoterapia y medicación antidepresiva, o una combinación de ambas, pero cada vez más estudios, como el metanálisis publicado por The American Journal of Psychiatry o la investigación del British Journal of Sports Medicine, recomiendan el ejercicio físico como parte del tratamiento integral de las patologías mentales.
De hecho, los estudios sugieren que en el caso de las depresiones moderadas, no hay diferencia significativa entre el ejercicio y los tratamientos farmacológicos para reducir los síntomas: “No tiene que hacer grandes marcas para beneficiarse del ejercicio. Algo es mejor que nada”, acotó la doctora Ibáñez.
La investigación llevada a cabo por la revista JAMA reveló que los pacientes pueden obtener beneficios si hacen ejercicio unos minutos al día o pocos días a la semana. La acumulación semanal de un equivalente a 2,5 horas de caminata rápida se asoció a un 25 % menos de riesgo de depresión.
La clave es empezar. Lo que puede proporcionar el ejercicio va desde la adaptación de la arquitectura neuronal hasta beneficios psicosociales y conductuales, como la mejora de la autopercepción física y un incremento de las interacciones sociales.
Laura Hernángómez agregó: “Además, la actividad física ayuda a regular los patrones de sueño que también suelen estar alterados en la depresión: el ejercicio facilita un cansancio físico sano que paradójicamente ayuda a descansar, frente a la habitual anergia (falta de energía) tan característica de la depresión”.
Por su parte, la Clínica Mayo asegura que cualquier actividad física que le saque del sofá puede ayudarle a mejorar, porque permite liberar endorfinas y hace que se aleje del ciclo de pensamientos negativos que alimentan la depresión.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, los niveles recomendados incluyen la actividad aeróbica moderada (como una caminata rápida) durante 2,5 horas semanales, combinado con entrenamiento de fuerza dos veces por semana.
Sin embargo, los expertos dicen que antes debe hacerse una pregunta: ¿qué le gusta hacer? Puede ser un paseo matutino, escuchando música; andar en bicicleta; ir al gimnasio a realizar pesas; jugar al fútbol con sus hijos o pasar un rato cuidando las plantas. Encuentre esa actividad que le apasione, pues disfrutarla le ayudará a mantenerla.
Piense en lo que es capaz de hacer y vaya aumentando progresivamente las metas con ayuda de un profesional. A veces la compañía puede ayudar a comprometerse con la actividad. Elija personas de confianza que representen un apoyo y no una exigencia.
Fuente: elpais.com