Fructoso Vivas fue uno de los arquitectos venezolanos más admirados de las últimas décadas, incluso internacionalmente. Un profesional, artista y político que supo ganarse el respeto de todos los sectores del país.
José Fructoso Vivas Vivas, conocido por todos como Fruto Vivas, nació el 21 de enero de 1928 en la curva del Callejón del Verde, municipio Jáuregui del estado Táchira, cuya capital es La Grita.
Trabajó en 1955 con el famosísimo arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, para el Museo de Arte Moderno de Caracas. En 1956 se graduó de arquitecto en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y en colaboración con el español Eduardo Torroja diseñó el Club Táchira.
Al año siguiente, también en su estado natal, diseñó la iglesia Divino Redentor, ubicada en la Unidad Vecinal, una valiosa obra de arquitectura moderna que marcó el inicio de su larga trayectoria.
En la década de los 60, fue un comprometido miembro del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y cercano simpatizante de las fuerzas insurgentes de ideas castristas, que en ese entonces ejercían la violencia en el país en contra de los recién instaurados gobiernos democráticos.
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Otras obras arquitectónicas relevantes de Vivas, de estilo modernista, humanista o naturalista, son el Hotel La Cumbre en Ciudad Bolívar y el Complejo de Árboles para la Vida en Puerto La Cruz. En 1987 recibió el Premio Nacional de Arquitectura de Venezuela.
En el 2000, con la llegada de Chávez al poder, le correspondió diseñar una de sus obras más conocidas: el Pabellón de Venezuela para la Exposición Universal de Hannover, que fue una de las más visitadas y elogiadas de aquel evento. Posteriormente, «La Flor de Venezuela» fue decretada Monumento Nacional y Patrimonio Cultural de la Nación, y trasladada a la ciudad de Barquisimeto, capital del estado Lara.
Además de su forma de flor, se caracteriza por la ligereza de la estructura de acero y vidrio, la cubierta móvil y su inspiración en la biodiversidad del país. Sus pétalos de 18 metros se abren y cierran conforme al estado del tiempo.
Fruto Vivas también aceptó participar en algunas etapas de la Gran Misión Vivienda, aunque hizo varias objeciones al ambicioso y decepcionante programa de viviendas iniciado por Hugo Chávez en 2010, que sirvió más que todo de anclaje populista y electoral.
El presidente conocía la trayectoria del veterano arquitecto como militante revolucionario y toleraba sus críticas, ya que, a pesar de objetar algunas de sus decisiones, Vivas fue un resuelto defensor del proceso, al punto de diseñar la tumba de Chávez cuando falleció.
Pero el gran artista es igualmente respetado por la oposición. De hecho, Vivas fue uno de los pocos venezolanos cuya creación logró superar las diatribas de la polarización que se instaló en la política nacional.
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Recibió el Doctorado Honoris Causa de la Facultad de Arquitectura de la UCV en 2009. Y en 2011 le otorgaron el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET).
Durante la IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), se anunció el Premio Iberoamericano al arquitecto Fruto Vivas, para reconocer «una arquitectura y un urbanismo orientados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos».
En 2014 recibió este Premio por «su consecuente trayectoria de más de 60 años en el oficio de la arquitectura, tanto a nivel proyectual como docente; dejando un sólido legado en la investigación de temas referentes a la innovación y la sustentabilidad en la construcción, tanto en el ámbito público como en el privado».
Nicolás Maduro también le hizo homenajes en vida, especialmente en su cumpleaños número 91, cuando el dictador anunció la creación de la Universidad Popular del Medio Ambiente Fruto Vivas.
Murió el 23 de agosto de 2022, a los 94 años de edad, en la ciudad de Caracas. Su magnífica obra de estilo contemporáneo es apreciada por el atrevimiento de su geometría y la incorporación de elementos de la naturaleza, como la luz y la vegetación.
Al respecto, Vivas expresó: «La gran tarea que tenemos como arquitectos es estar al servicio de quienes más lo necesitan. Yo quiero llamar la atención de mis colegas, la arquitectura no puede servir para enriquecernos, sino para darle felicidad al pueblo».
Redacción: Sebastián Yáñez