¿Cómo superar la languidez, el estado en el que nada te entusiasma?

Salud

La languidez no es una condición patológica; es un estado emocional normal y todos nos hemos sentido así, hasta varias veces en un mismo día. El problema es que puede volverse crónico.

Según Verónica Morera, especialista venezolana en salud mental integrativa y directora del portal Purple Rain Nutrition, la languidez es un estado emocional donde «no hay propósito de vida, hay estancamiento, se siente vacío y falta de pasión».

Es ese estado, que puede tornarse crónico, «somos funcionales, aunque vamos en automático», nos levantamos, nos bañamos, desayunamos y vamos al trabajo o cumplimos nuestros deberes «porque hay que hacerlo», pero sin propósito de vida y sin el impulso que nos proporciona el deseo y la pasión.

Hay cosas que permiten detectar la languidez. Por ejemplo: has llegado a casa desde el trabajo, pero no recuerdas cómo. Has pasado horas en redes sociales y no retienes nada de lo que viste.

Morera señaló que los atracones en general (de redes sociales, comida, alcohol, ejercicios, salidas) son una herramienta de evasión: «Es un modo de regular el sistema nervioso, hay vacío y un exceso de distracción para evadir».

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También «hay disociación, sensación de no pertenencia». No nos damos cuenta de nada ni vemos a la gente que tenemos alrededor. La desconexión puede ser con nuestro propio cuerpo, como no notar el hambre, la sed, la saciedad o las ganas de ir al baño.

Javiera Torres, psicóloga clínica chilena y docente en la Universidad Finisterrae, indicó que una señal de languidez es que vamos perdiendo interés en aquellas actividades que siempre nos han gustado.

Torres agregó que, aunque la languidez «no sea depresión, no quiere decir que no sea importante». Puede ser un mecanismo de protección en momentos donde «hay que sobrevivir e ir adelante en medio de la incertidumbre», como le ocurrió a muchas personas durante la pandemia.

Si se prolonga puede convertirse en depresión: «Dejé tanto de sentir pasión en mi vida, que, eventualmente, me conformé con este estado de aplanamiento», afirmó Morera.

La psicóloga venezolana detalló que poco a poco se pasa de los tonos grises a una oscuridad de la que es difícil salir, como no querer levantarse de la cama. Pero hay formas de no llegar a ese extremo.

Para Ana Sanchez-Anegón, terapeuta fundadora del Animal Emocional: «La languidez es un aviso, una llamada al cambio, algo que mi cuerpo está haciendo y no quiere hacer más». Resaltó que implica hacer una revisión de nuestras relaciones y nuestras motivaciones, «es un quiebre para tomar las riendas de nuestra vida».

De un día para otro no vamos a buscar la cura contra el cáncer mientras hacemos meditación, pero sí podemos empezar con pequeñas cosas que nos hagan recuperar la conexión, la pasión y el sentido.

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Morera aconsejó: «Puede ser algo tan sencillo como jugar un videojuego con tu pareja o con un amigo y guardar la partida. Es algo que es un ritual, da sensación de pertenencia, de sentirse competente, tienes concentración plena y es algo que importa, porque estamos conectándonos y vamos a guardar la partida. Pueden ser cosas así de pequeñas».

También puede dejar el teléfono en casa y «perderse», usar rutas distintas para ir a trabajar o visitar lugares nuevos que impliquen exponernos a la novedad. Son cosas que le dan una suerte de sacudida al sistema nervioso, como una ducha fría, para poner los pies en la tierra.

Javiera Torres insiste en la importancia de pedir ayuda, sobre todo «si esta emoción ya interrumpe tu día a día, si pierdes mucho el interés».

Es consciente de que no siempre se cuenta con ayuda psicológica: «La salud mental es un privilegio, así que lo primero será alertar a nuestra red de apoyo: familia, amigos, hermanos, personas que pueden aportar y ayudarnos a salir de esa sensación de vacío».

En cuanto a ayudar a otros, apuntó: «Muchas veces llegamos con nuestro bagaje, aconsejando qué hacer. Y eso no siempre le hace sentido al otro. Así que hay que llegar con la mente muy abierta y con disposición».

Se trata de ponernos en la disposición de lo que el otro necesita, de acompañarlo en su búsqueda: «No se trata de llegar y decirle vamos a hacer esto, o lo otro. Porque la persona lánguida no va a estar receptiva. Es decirle eso, qué necesitas tú, estoy para lo que necesites, avísame. Te cuido a tu tiempo».

Redacción: Alicia Salazar

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