¿Por qué 1.700 venezolanos huirían diariamente de «un país que se arregló»?

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El comisionado de la Secretaría General de la OEA resaltó que, según el Programa Mundial de la Alimentación, los venezolanos son la cuarta población más grande del mundo que padece hambre, detrás de Yemen, República Democrática del Congo y Afganistán.

En los últimos meses se han conocido terribles historias de ciudadanos que han intentado cruzar la peligrosa selva del Darién para entrar a Estados Unidos. David Smolansky, comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, informó que de acuerdo a los datos de su oficina, junto con el Servicio de Fronteras de Panamá, por cada cubano atravesando el Darién hay 12 venezolanos.

Explicó que en el primer semestre de 2019 cruzaron la selva sólo 38 venezolanos; 34 en 2020; 581 el año pasado, pero en 2022 el número aumentó notablemente a 28.000 migrantes: «Para el primer semestre de este año han cruzado la selva del Darién 28.079 venezolanos, eso equivale a 60% del total de personas que cruzan. Es la población más abundante cruzando el Darién, superando a quienes normalmente la cruzaban que eran colombianos, haitianos y cubanos».

Por lo tanto, es falso que la crisis migratoria esté aminorando. Cada día sale del país un promedio de 1.700 venezolanos: «Es mentira que hay más gente regresando que la que se está yendo. Yo quisiera que eso fuese así, empezando porque los que estamos desterrados nos encantaría volver a Venezuela y reencontrarnos con nuestras familias. Pero lamentablemente hoy las condiciones siguen sin estar dadas no sólo para que los venezolanos vuelvan, sino para que dejen de irse del país. Por las fronteras de Colombia, Brasil y el Caribe se estima que se están yendo 1.700 personas todos los días».

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Smolansky señaló que las razones de la diáspora son las mismas que cuando comenzó la crisis migratoria. De hecho, ahora se suman las fallas en la distribución y el mal funcionamiento de los servicios básicos.

Resaltó: «1.700 personas no se van de un país que se arregló. Nuestra oficina ha recabado al menos 700 testimonios de víctimas de la dictadura y hay una constante: la gente sigue huyendo por la escasez de alimentos, por la escasez de medicina, por la inseguridad, por violaciones sistemáticas a los derechos humanos, amenazas, persecución y el colapso económico».

Smolansky recordó que son primordiales las políticas migratorias de los gobiernos de la región para atender a los refugiados venezolanos. Solicitó a los gobiernos locales que hagan esfuerzos para no politizar la crisis migratoria y en su lugar promover políticas que garanticen la protección de los ciudadanos que llegan a sus territorios «no por voluntad propia, sino porque han sido expulsados de Venezuela».

También destacó que «otro desafío importante son los esfuerzos que tienen que hacer contra la discriminación y la xenofobia. Cuando se habla de esas políticas, siento que se deja en manos del presidente de un país o del canciller o de organismos multilaterales. Pero la responsabilidad contra la discriminación y la xenofobia depende de todos y yo creo que las autoridades locales tienen que hacer un trabajo importante».

Igualmente, Smolansky reiteró la necesidad de implementar herramientas que regularicen la situación de los venezolanos en la región. A su juicio, la mayoría de los migrantes quiere estudiar y progresar dignamente. Por eso, cree que normalizarlos tendrá un impacto positivo en los países de acogida.

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Acotó: «La región tiene que agilizar el proceso de regularización. De los 6,2 millones de migrantes y refugiados venezolanos, cerca de 2,8 millones hoy tienen su documentación en condición regular. Eso quiere decir que aproximadamente 3,4 millones siguen sin documentación. Al estar en situación irregular, hay venezolanos que están en la economía informal, y hay barreras para acceder a la educación y la salud, que es un derecho humano».

Para Smolansky, la lección que deja la crisis humanitaria venezolana a los países de la región es que la ausencia de democracia, libertades y Estado de Derecho puede «generar consecuencias migratorias similares o peores a países devastados por guerras o catástrofes naturales».

«Esto es un deslave humano que tiene una causa muy clara que es un régimen ilegítimo, que es el responsable de la emergencia humanitaria compleja. El régimen tiene como política de Estado la violación de los derechos humanos, es el responsable de que no haya luz, no haya agua, responsable del colapso económico y además hizo un pacto con el hampa para que Venezuela sea uno de los países más violentos del mundo», aseveró.

No cree que la crisis migratoria se solucione mientras los chavistas se mantengan en el poder: «Maduro tomó el poder en el 2013 y esta crisis migratoria se viene registrando desde el año 2014. Prácticamente, todo el tiempo que tiene Maduro en Miraflores. Que hay momentos en los que el flujo es mayor o menor es otra cosa. Previo a la pandemia, se estaban yendo 5.000 personas todos los días; con el COVID-19 los flujos migratorios disminuyeron en todo el mundo. Pero aun así, desde marzo de 2020 hasta mayo de 2022 se fueron 1,2 millones de venezolanos. Es decir, en medio de la pandemia un millón de venezolanos se fueron aunque estaban las fronteras cerradas, la mayoría de esos ciudadanos huyó por caminos irregulares».

Sin embargo, no pierde la esperanza de que algún día la mayoría de los migrantes pueda regresar: «La dictadura no nos va a ganar, no va a derrotar a los venezolanos. Estoy convencido de que vamos a tener la oportunidad de volver».

Redacción: Sebastián Yáñez

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