Bastante se ha hablado del infierno que es cruzar la selva de Darién. Y, sin embargo, son miles los venezolanos que enfrentan más de una semana de peligro de muerte, para poder escapar de la dictadura de Nicolás Maduro y del socialismo inhumano que tiene secuestrado a todo un país.
El paso por la selva que separa a Colombia de Panamá puede resumirse en una línea: «Ahí la vida no vale nada, ni siquiera la de los niños». Esta es la confesión que una venezolana de 40 años le hizo a los Médicos Sin Fronteras, MSF, una vez logró salir de aquel lugar.
Advirtió esta sobreviviente, después de pasar por tan dura experiencia, que «No se atrevan a cruzar por aquí y si se atreven sepan que hay riesgos de violación, secuestro y robo. Hay peligro de muerte. Si tienen niños, no lo hagan porque es exponer a sus hijos a la muerte».
Para cruzar esta selva se requiere entre cinco a diez días bajo el peligro diario de ser robados, violados o asesinados por delincuentes que se han apostado a lo largo de la ruta para asaltar a los migrantes. De esto, 77% son venezolanos, 7% son colombianos, 6% proviene de Ecuador y 3% son peruanos.
La infectóloga y coordinadora de actividades médicas de MSF en Proyecto Darién, Liliana Carrizo, advirtió que «lo que pasa con los migrantes cuando pasan el Darién tiene un impacto en la salud tremenda. Por ejemplo, la mayoría llega con problemas respiratorios, accidentes, violencias y se prioriza atención en violencia sexual. Se hace un triaje, pero se prioriza la atención de los casos más urgentes».
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Señala que «Hay mucha gente que viene con dermatitis en los pies y piernas, pero también en el cuerpo por mosquitos, pies destrozados de tanta caminata, pasar por barro y sin higienizarse, eccemas (enrojecimiento y picazón), infecciones en la piel, heridas en la entrepierna». A esto hay que agregar la diarrea provocada por beber agua de los ríos y deshidratación. Esto afecta mayoritariamente a los niños, pero también a las personas de la tercera edad.
Carrizo indicó que los niños y niñas migrantes, el 15% del total de caminantes por la selva, son tratados por infecciones respiratorias agudas, conjuntivitis y otitis. Acotó también que, en general, es imposible estar seguro del esquema de vacunación del migrante, ya que no todos responden a esta pregunta.
Recalcando el tema de los niños, las agencias de las Naciones Unidas y diferentes ONG han denunciado el incremento en el número de niños y niñas que cruzan solos o en compañía de personas que no son sus padres o representantes. Esto imposibilita el control de potenciales enfermedades que deberían ser monitoreadas.
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En cuanto a las mujeres, el 25% de los migrantes, se calcula que una de cada diez están embarazadas o se encuentran en periodo de lactancia. Sobre las embarazadas atendidas una vez cruzaron la selva, la mayoría presentan traumatismos por caídas, además de todos los demás problemas que aquejan al resto de los adultos.
En el caso de las futuras madres, Carrizo explicó que «Lo primero que hacen es pasar a la consulta para ver si el bebé todavía está bien, el problema es como el resto de los migrantes, pero mucho más significativo. Se han perdido algunos bebés, pero la mayoría se refieren. Se han podido resolver la mayoría de las situaciones, siempre con la colaboración de Migración».
Sin embargo, hay que acotar que las heridas sufridas por quienes cruzan este mortal camino no son sólo físicas. Es por esta que Médicos Sin Fronteras, en colaboración con otras ONG, están expandiendo la atención psicológica en general, y a las víctimas de violación en particular.
Se calcula que se han atendido a un promedio de siete pacientes diarios en cuanto a salud mental. Los problemas presentados están asociados con la ansiedad, la depresión y el estrés agudo. Carrizo indica que al resto se le ofrecen consultas particulares «que los ayuden a sobrellevar eso que han vivido».
Redacción: Juan Pablo Peñaloza