Durante varios años, la dictadura de Venezuela y el gobierno de los Estados Unidos han mantenido una tensa relación por las sanciones emitidas por el gobierno norteamericano, la gran mayoría de carácter personal. Si bien el objetivo primario era afectar a la grotesca oligarquía chavista por su papel en la destrucción de la democracia venezolana, también se emitieron sanciones contra la industria petrolera a la que Chávez convirtió en una gigantesca lavadora de dólares. Ahora, tal parece que en un opaco acuerdo entre Washington y Caracas se planea levantar algunas de estas sanciones, lo que podría dar oxígeno al régimen del indocumentado sin ningún beneficio para la población sumida en la pobreza extrema.
El anunció de posibles levantamientos de sanciones que pesan contra Venezuela y que han servido para presionar la construcción de un camino hacia la democracia, no ha sido bien recibida por aquellos que, a diferencia del demócrata Joe Biden, sí conoce la verdadera dimensión de lo que representa la dictadura chavista.
Entre los más acérrimos defensores de la democracia tenemos al demócrata Bob Menéndez (del partido de Biden) y el republicano Marco Rubio. Ambos influyentes senadores atacaron la noticia de que Washington está dispuesto a levantar algunas sanciones, medida tomada pocas horas después de haber hecho lo mismo con la dictadura cubana.
En una rueda de prensa telemática, el senador Bob Menéndez, quien también es presidente del comité de Exteriores del Senado, indicó que «Si estamos promoviendo en Ucrania el respeto a la ley internacional, la democracia y los derechos humanos, no podemos mandar otro mensaje en nuestro hemisferio».
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Marco Rubio, el republicano de más alto nivel en el subcomité del Senado para Latinoamérica, advirtió que este giro en la política exterior de Joe Biden «se basa en apaciguar y dar concesiones a dictadores».
Estas declaraciones son consecuencia de la decisión del gobierno de los Estados Unidos de levantar algunas sanciones contra la industria petrolera venezolana. Entre las sanciones suspendidas está la que prohibía a Chevron, uno de los gigantes petroleros de los Estados Unidos, negociar con PDVSA. Según aseguran en la administración Biden, esto se hace (supuestamente) con el objeto de reactivar el diálogo entre la dictadura y los factores democráticos de oposición.
Lo preocupante es que, anteriormente, el gobierno norteamericano «premió» a la dictadura castrista al levantar sanciones sin que Díaz-Canel tomara alguna acción en pro de la democracia en Cuba. Una pésima señal enviada por el Salón Oval al mundo.
Menéndez, de origen cubano, no dudó en criticar semejante desatino al afirmar «Nada debe hacerse antes de que el régimen (de Maduro) abra la vía al acceso humanitario y regrese a las negociaciones en Ciudad de México. No debe haber premios antes». Espera que estas extrañas concesiones con dos de las tres dictaduras latinoamericanas no modifiquen la decisión de no invitar a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela a la «Cumbre de las Américas», a realizarse en Los Ángeles en el mes de junio.
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De ser invitados, para Menéndez ya «no sería una cumbre de democracias». También criticó a Andrés Manuel López Obrador, presidente de México y simpatizante de las dictaduras latinoamericanas, por presionar para que los tres dictadores sea invitados a esta cita hemisférica. En este punto indicó que «Si México quiere unirse a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, tiene derecho a hacer eso, pero tiene que ser juzgado por ese alineamiento».
En cuanto al senador republicano Marco Rubio, quien también es de ascendencia cubana, cuestionó que «ayer fue el régimen opresor cubano y hoy es el régimen criminal de Maduro en Venezuela» quienes se van a beneficiar por la suspensión de algunas sanciones. Sentenció que «En pocas palabras, el presidente Biden está fortaleciendo a regímenes ilegítimos y corruptos en nuestro hemisferio que activamente socavan la seguridad nacional de EEUU».
Marco Rubio aprovechó para exigir una prohibición de importar petróleo venezolano e impedir que «los simpatizantes marxistas de la Administración Biden dirijan la política exterior de EEUU».
Redacción: Luis González