El futuro del chavismo depende de lo que suceda con las sanciones

Internacionales

La arrogante incompetencia de Nicolás Maduro lo ha puesto en un verdadero aprieto financiero. En su obsesión por implantar la dictadura chavista, se enfrentó a las democracias occidentales, apoyado por las irregularidades de sus aliados, entre ellos, Rusia. Ahora, el dinero que tenía en los bancos rusos se encuentran congelados, Putin no garantiza los depósitos realizados por la cleptocracia rojita y no ha podido cumplir (como siempre) con su promesa de incrementar la producción petrolera. En este momento, su futuro depende de las sanciones de las que tanto se ha burlado.

Desde que occidente desplegó la batería de sanciones en contra de Rusia por su injustificada y brutal invasión a Ucrania, Maduro ha perdido el control de las finanzas del país, ya que trasladó el manejo de la misma al sistema financiero ruso, ahora colapsado.

Ya el indocumentado le rogó a Putín que le devolviera el dinero que PDVSA y el ministerio de la Defensa chavista escondían en bancos rusos, principalmente en el Promsvyazbank (PSB), actualmente sancionado a nivel internacional.

Pero ¿qué hace el dinero de la industria petrolera y de un ministerio depositados en bancos rusos? Esto tiene que ver con el intento de Maduro para evadir las sanciones impuestas por los Estados Unidos a las actividades petroleras de PDVSA la cual, como se ha denunciado muchas veces, pasó de ser la industria petrolera de los venezolanos a la lavadora de dólares de los chavistas.

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El lavado de dinero, que representa un crimen de carácter internacional, es la razón que llevaron a la imposición de las sanciones contra PDVSA. Steven Mnuchin, entonces secretario del Tesoro de Trump entre 2017 y 2021 informó que las sanciones se aplicaban a «aquellos que facilitan los intentos del régimen ilegítimo de Maduro por eludir las sanciones de Estados Unidos contribuyen a la corrupción que consume a Venezuela».

Pero, por supuesto, Maduro no iba a abandonar las ganancias de su lavadora de dinero internacional. Para esconder esta actividad criminal envuelta, en producción petrolera, Maduro ordenó trasladar la oficia principal de PDVSA, ubicada en Lisboa, a Moscú. También trasladó las cuentas de Minervern, la empresa minera de oro señalada por apoyar la comercialización del «oro de sangre». Esto es, el oro que se extrae de las zonas protegidas de Canaima a costa de la desforestación de grandes territorios, contaminación de las aguas y asesinatos de indígenas que defienden sus territorios sagrados.

Con esta trampa, aupada por Putin, se logró movilizar el dinero requerido para mantener la estructura criminal que sostiene a la dictadura chavista. Algo que le funcionó hasta que Moscú creyó que le sería sencillo dominar a Kyv encontrando con un escenario que apunta a ser un segundo Afganistán ruso. Ahora el sistema bancario ruso está paralizado y el dinero que Maduro necesita para alimentar a los criminales que lo protegen está comenzando a escasear.

La guerra en Ucrania ha hecho que USA deje de comprar petróleo ruso como parte de las sanciones. Esto subió el costo del combustible en Norteamérica, algo que ninguna administración estadounidense quiere. La incómoda situación convierte al petróleo venezolano en una opción para mantener controlado el precio del combustible en el norte y evitar utilizar las reservas petroleras que mantienen.

Dentro de tal panorama, 25 venezolanos que se llaman a sí mismos «líderes cívicos y académicos y reconocidos economistas defensores de la democracia», le están solicitando a Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, que autoricen el retorno «… de las compañías petroleras occidentales y otras empresas privadas para regenerar el sector petrolero». Una propuesta negada por una segunda carta con más de 68 venezolanos quienes no sólo piden mantener las sanciones, sino endurecerlas aún más para presionar la salida del usurpador de Miraflores.

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A esta resistencia por parte de personalidades venezolanas se le suman el peso de relevantes integrantes de la política norteamericana. Para ellos, aceptar negociar con el dictador es traicionar la esperanza de los venezolanos e insultar a todos aquellos que han muerto por defender la democracia y todos los que actualmente sufren y fallecen por el corrupto sistema socialista actual.

Cuando la administración Trump incrementó la presión de las sanciones impuestas inicialmente por Barack Obama, esto obedeció a que PDVSA ha sido «durante mucho tiempo un vehículo para la corrupción. Se han diseñado diversos esquemas para malversar miles de millones de dólares de PDVSA en beneficio personal de funcionarios y empresarios venezolanos corruptos».

Hoy en día se señala al negocio petrolero en Venezuela de alimentar al cogollo político y militar chavista. Y es que para comercializar los productos de PDVSA, esta élite corrupta cobra el 30% de adelantado y el resto una vez que PDVSA descargue el crudo en la refinería asignada. Excepto en el caso cubano a quién el indocumentado regala el petróleo, gasolina y diésel para sostener el régimen asesino ideado por los Castro.

Redacción: Luis González

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