La empatía tiene sus beneficios, como construir y mantener vínculos, pero también puede desencadenar emociones negativas y fatigarnos mentalmente.
La empatía se define como la capacidad de conectarse emocional y cognitivamente con otra persona, de percibir el mundo desde su punto de vista o comprender sus emociones. Es esencial para acercarnos a los demás de una forma más profunda. Hay dos tipos de empatía: emocional y cognitiva.
La empatía emocional se relaciona con compartir los sentimientos de los demás, hasta el punto de experimentar dolor o angustia al ver a otra persona sufriendo. Es lo que sucede cuando se ven o se leen noticias inquietantes especialmente cuando se enfocan en personas específicas.
Aunque este contagio emocional es excelente para estados positivos, el exceso de empatía cuando vemos continuamente el sufrimiento de otras personas puede generar problemas de salud mental. Priorizar las emociones de los demás sobre las nuestras puede derivar en estados de ansiedad y depresión.
El otro tipo de empatía, la cognitiva, es la cualidad de ver el mundo a través de la perspectiva de la otra persona pero sin experimentar, necesariamente, las emociones asociadas. Sin embargo, a la larga, este proceso puede derivar en la empatía emocional o incluso en la empatía somática.
Efectos fisiológicos de la empatía
Los efectos de la empatía en el cuerpo humano han sido bien documentados. Es un hecho, por ejemplo, que los padres que experimentan altos niveles de empatía con sus hijos tienden a presentar una inflamación crónica de bajo grado que disminuye su inmunidad. Igualmente, nuestro corazón comienza a latir al mismo ritmo cuando nos identificamos con alguien.
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En algunos casos, el impacto de la empatía puede provocar lo que algunos denominan «fatiga por compasión». Una especie de agotamiento físico y psicológico por el bombardeo de emociones negativas. No obstante, utilizando estudios de resonancia magnética, los neurocientíficos han intentado demostrar que este nombre es inapropiado y que la compasión no es la que causa fatiga.
Sostienen que la compasión es el antídoto contra la angustia que nos invade cuando nos identificamos demasiado con las personas que sufren. Es decir, necesitamos menos empatía y más compasión.
Empatía vs. compasión
La empatía por el dolor de alguien más, activa áreas cerebrales asociadas a emociones negativas. El indispensable límite entre uno mismo y los demás puede desdibujarse si no se emplean técnicas de autorregulación y nos dejamos contagiar emocionalmente.
Cuando nos damos cuenta de nuestra ansiedad, queremos adormecernos y mirar hacia otro lado. En cambio, la compasión está asociada con áreas del cerebro que controlan emociones y acciones positivas.
La compasión es simplemente la empatía más la acción que tomamos para aliviar el sufrimiento de la otra persona. Es la parte activa de la compasión la que nos ayuda a desvincular nuestro estado emocional del de los demás y entender que somos individuos separados sin ser indiferentes.
En lugar de obligarnos a sentir el dolor, la compasión nos dará el impulso de querer ayudar junto con la experiencia emocional gratificante que conlleva. Para practicar la compasión puedes comenzar con estas cuatro recomendaciones:
Practica una meditación de bondad amorosa
Cuando sientas que las noticias te abruman, practica una meditación de bondad amorosa que consiste en enviarte amor a ti mismo, a las personas que te rodean y a aquellos que no conoces, pero que están sufriendo.
La meditación de bondad amorosa no anula las emociones negativas, sino que activa las áreas del cerebro asociadas con emociones positivas como el amor, la esperanza y la recompensa.
Es como entrenar los «músculos de la compasión» para que proporcionen un amortiguador contra la negatividad y así estar siempre motivado para ayudar.
Practica la autocompasión
¿Te sientes culpable por no poder ayudar o por la vida que tienes mientras otras personas sufren? Trata de ser amable contigo mismo.
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Todos experimentamos algún tipo de dolor y está bien ser consciente de tu propio sufrimiento, sin embargo, trata de no sumergirte demasiado en él. Los actos de autocompasión contribuyen a reducir el agotamiento empático y mejoran la sensación de bienestar.
Actúa
La angustia empática genera estrés y nos empuja a retraernos. La compasión, en cambio, se caracteriza por el amor hacia el otro.
Este sentimiento nos impulsa a tomar acciones y aumenta la sociabilidad al involucrarnos, ser voluntarios, donantes, organizar eventos, etc.
Deja de hacer «doomscrolling»
El término en inglés «doomscrolling» hace referencia al contraproducente acto de navegar constantemente en internet buscando contenido deprimente en redes sociales o sitios de noticias.
Evitar las noticias no es algo realista, pero es conveniente limitar nuestro consumo. También es bueno equilibrarlo con historias de actos de bondad que puedan levantarnos el ánimo o hacernos sonreír.
Investigaciones sobre el uso de las redes sociales durante la pandemia demostró que debemos ser cautelosos con nuestro consumo de noticias para evitar el estrés, la ansiedad y otras emociones negativas.
Redacción: Enrique Hernández