«Es la que mueve los hilos del poder político y económico en la sombra», así describe una reciente investigación de un medio argentino a la esposa de Nicolás Maduro.
Cilia Flores integra la Comisión Preliminar del Comité de Postulaciones Electorales (CPE), desde el 19 de enero de 2021. Ejerce como diputada elegida por voto lista nacional en los polémicos comicios parlamentarios del 6 de diciembre de 2020.
Nicolás Maduro, heredero político del fallecido Hugo Chávez, la llama «primera combatiente», no «primera dama», porque el régimen socialista lo considera un término burgués: Cilia no es solamente la pareja del jefe de Estado, sino que siempre ha estado en los cuadros dirigentes de la revolución bolivariana, proyecto político al que ha estado vinculada desde hace casi tres décadas. De hecho, es miembro de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Nació en Tinaquillo, estado Cojedes, en 1956, y se graduó de abogada en la Universidad Santa María en 1985. Años después, Cilia Flores asumió lo que pocos colegas aceptaron en ese momento: la defensa legal de un grupo de militares golpistas que el 4 de febrero de 1992 intentaron derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Entre ellos destacaba el líder de la asonada: el teniente coronel Hugo Chávez Frías. También, en aquellos días, conoció a Nicolás Maduro, quien sería su pareja a partir de 1994.
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Flores se sumó al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, que comenzó a ganar popularidad después de que Chávez fuera indultado por el presidente Rafael Caldera. También estuvo en el inicio del Movimiento V República (MVR), creado en 1997 como plataforma electoral del teniente coronel retirado de cara a las elecciones presidenciales de 1998, que a la postre le permitieron acceder al poder.
Resultó electa diputada de la Asamblea Nacional (AN) en el año 2000 y sería reelegida por dos períodos consecutivos. En 2006 fue designada presidenta del parlamento en reemplazo de Maduro, quien fue nombrado canciller.
Al frente de la Asamblea Nacional, Cilia Flores fue clave en la promulgación de leyes que ya habían sido rechazadas en el referéndum constitucional. Igualmente, permitió la aprobación de poderes especiales que le dejaron el camino libre a Chávez para gobernar por decreto, en distintas materias, por medio de las leyes habilitantes.
Durante su gestión, fue señalada de favorecer el nombramiento de varios familiares suyos en 37 cargos de la institución, pero negó las acusaciones de nepotismo. Se mantuvo en el Poder Legislativo hasta 2012, cuando fue designada Procuradora General de la República por Chávez.
Luego de la convocatoria a elecciones presidenciales por el fallecimiento de Hugo Chávez, Flores se sumó al comando de campaña de Maduro. Tres meses después del triunfo, Flores y Maduro se casaron.
Ya como «primera combatiente», fue blanco de nuevos señalamientos de tráfico de influencias, en especial por el nombramiento de Carlos Malpica Flores como Tesorero Nacional. Malpica es sobrino de la esposa de Nicolás Maduro, según afirmaciones que no fueron desmentidas.
El 3 de agosto de 2015 se lanzó como candidata a diputada para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de ese año. En noviembre, en plena campaña electoral, un nuevo escándalo tuvo como protagonistas a dos sobrinos de Cilia, Efraín Campos Flores y Franqui Flores, detenidos en una operación de la DEA estadounidense en Puerto Príncipe, Haití.
El proceso judicial en su contra duró dos años, el 14 de diciembre de 2017 fueron sentenciados a 18 años de cárcel por la Corte del Distrito Sur de Nueva York por intentar traficar 800 kilos de cocaína a Estados Unidos. Ni Cilia Flores ni su esposo se refirieron en público al caso de los narcosobrinos.
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En un artículo reciente, el portal argentino El Clarín publicó que la «primera combatiente» se ha asegurado de enriquecer a su extensa familia, en la que encontró toda una legión de funcionarios y testaferros incondicionales.
Todos fueron colocados en puestos privilegiados de la administración pública, sobre todo entre 2006 y 2011, cuando era presidente de la Asamblea Nacional. Según el medio, nadie puede estimar la magnitud de su fortuna personal, pero se supone que debe ser colosal, dados los 800.000 millones de dólares despilfarrados durante el régimen chavista, de acuerdo a cifras de Transparencia Venezuela.
Alejandro Rebolledo, el investigador de El Clarín, señaló que Flores «es la que mueve los hilos del poder político y económico en la sombra, la que pone y quita a los funcionarios en los cargos claves, la que participa en los Consejos de Ministros y en las sesiones parlamentarias sin necesidad de figurar en su directiva porque es “la mano que mece la cuna de la corrupción”».
Cilia Flores no es la típica primera dama, eso es seguro, y como «primera combatiente» solo cuida de su propia familia, siempre que sirvan a su codicia.
Redacción: Sebastián Yáñez