El problema con el Esequibo se remonta a muchos años atrás. Durante la época de la democracia se establecieron varios intentos por demostrar los derechos de Venezuela sobre este territorio, que forma parte de su extensión original. Sin embargo, con la llegada de la revolución socialista al poder, Chávez silenció la lucha del país por recuperar este territorio a cambio del apoyo político de Guyana. Un acto que en cualquier otro país del mundo sería considerado «traición a la patria».
Esta irresponsable actitud de entregar de un territorio que le corresponde a millones de venezolanos a un país extranjero, ha sido repetida por Nicolás Maduro al abandonar cualquier intento por defender lo que, por derecho histórico, le corresponde al país. Ante esto, Williams Dávila, reconocido líder de la oposición democrática, ha denunciado que el actual régimen en el poder abandonó la defensa del territorio nacional.
Considera Dávila que «La dictadura ha cometido actos de traición a la patria al abandonar la lucha por el territorio Esequibo». Señaló el diputado de la AN legítima que el régimen de Maduro ha sido negligente por no acudir a la Corte Internacional de Justicia el pasado 8 de marzo, cuando le correspondía defender «los derechos de la nación».
Guyana, quien sí acudió a la cita ante la CIJ con una comisión, insistió en sus derechos sobre los 160.000 kilómetros cuadrados que se extienden al oeste del río Esequibo y que tiene acceso al Caribe.
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Para el gobierno de Guyana, el laudo arbitral de 1899 es válido y definitivo, por lo que se aferra a él para justificar las actuales fronteras. Sin embargo, dicho laudo posee varias irregularidades que hacen dudar de su veracidad, como, por ejemplo, que Venezuela no poseía una representación directa en el juicio, sino que era a través de un tercer país.
Entre los jueces se encontraban dos británicos, siendo Inglaterra una de las partes involucradas, algo también ilegal. Además, posteriores investigaciones demostraron que el quinto juez, un ruso, se parcializó por los ingleses en perjuicio de Venezuela.
Esta y otras irregularidades llevaron a que Venezuela no lo aceptara, denunciando dicho laudo a lo largo de los años. Esto llevó al acuerdo de Ginebra, en 1966, un acuerdo transitorio hasta llegar a un arreglo a satisfacción entre las partes. Guyana rechazó dicho acuerdo, insistiendo en el írrito laudo de 1899.
Durante la democracia se habían mantenido los diálogos para solventar este problema territorial. Pero, como ya se indicó, la llegada del chavismo congeló esto por el lado venezolano, mientras que Guyana siguió avanzando en su lucha por apropiarse del Esequibo.
Este territorio en reclamación representa casi el 70% del territorio que Guyana insiste como propio. Es rico en muchos recursos y frente a las costas se localizan grandes reservas de petróleo.
Ante esta alarmante situación generada por la inoperancia del régimen chavista, se intentó abordar este tema en el fallido diálogo de México de 2021, el cual fue abandonado por el oficialismo al no poder completar con éxito su chantaje de liberar a Alex Saab a cambio de continuar con el diálogo. Sin embargo, sí se pudo lograr un acuerdo el 6 de septiembre del pasado año, para la «ratificación y defensa de la soberanía de Venezuela sobre la Guyana Esequiba».
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Esto no fue del agrado del gobierno de Guyana, el cual afirmó que el acuerdo era «una amenaza a la soberanía e integridad territorial de Guyana», según un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional.
Indicó el gobierno guyanés que «Guyana no puede usarse como un altar de sacrificio para el arreglo de las diferencias políticas internas de Venezuela. Si bien el gobierno de Guyana da la bienvenida a un acuerdo dentro de Venezuela, otro que desafía el derecho y el proceso internacional no es una base para la mediación».
Venezuela cuenta con un año para enfrentar los argumentos guyaneses sobre su pretendido derecho al Esequibo. Falta por saber si la dictadura hará algo por defender el territorio de todos los venezolanos, o lo dejarán perder como una demostración más del supremo desprecio que ha mostrado por el futuro y la estabilidad de Venezuela.
Redacción: Luis González