La grave crisis alimentaria desatada por la pésima gerencia chavista, está llevando a los niños venezolanos a un nivel de desnutrición nunca antes visto, creando una generación con problemas físicos y mentales. Una situación impulsada por el socialismo que pone en peligro el futuro de Venezuela.
En el informe presentado por la Federación Internacional de los Derechos Humanos, FIDH, sobre la alimentación en Venezuela, se refleja que la calidad de los alimentos consumidos por los venezolanos es deficiente, mientras que la pobreza extrema se ha extendido a un 90% de la población.
Ya en 2021 se había determinado que «alrededor de 30 % de los niños de Venezuela padecían algún tipo de malnutrición De ellos, más de la mitad en forma severa». Una situación nunca vista durante los años en que se vivió en democracia.
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El informe también indica que «Los factores económicos han causado una situación de urgencia humanitaria caracterizada no sólo por una profunda pobreza, sino por la inseguridad alimentaria. Lo que se suma a la malnutrición infantil y la emigración de más de seis millones de venezolanos».
Sobre el nivel de pobreza de la población venezolana, el informe advierte que esta ha crecido de «manera exponencial», llegando a afectar al 94,5% de la población en el transcurso del año pasado. Se denuncia que los fondos que deberían invertirse en la producción y distribución alimentaria, en realidad son absorbidos por «las redes de corrupción».
También indica el informe que «Durante los últimos seis años el PIB ha caído más de 80 %, una de las contracciones más brutales del hemisferio norte, excluyendo los países inmersos en un conflicto armado». Una situación que prevé un futuro nada halagüeño para la población venezolana. Y los números negativos no dejan de aparecer.
En otro apartado, el informe señala que, «El panorama empeora con un cuadro de hiperinflación mensual del 50 %», aclarando que se hace referencias a cifras de 2020, ya que, según el régimen socialista, en 2021 se superó la hiperinflación que ha azotado a Venezuela desde hace varios años.
Otros puntos mencionados en el informe de la Federación Internacional de los Derechos Humanos, apuntan a «la falta de acceso a la tierra, al agua y a ciertos servicios contribuyen a la inseguridad alimentaria». En comparación con 1998, el año en que Venezuela perdió la democracia, la capacidad actual para tratar y distribuir agua potable a la población en general se redujo hasta un 40%.
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No olvidemos que en algunos lugares donde se presume que existe el acceso al agua potable, esta llega de manera errática y, en algunos casos, no apta para el consumo humano. En cuanto a la energía eléctrica, los números son aún peores. Señala el informe que «La producción de electricidad ha caído 74%, lo que ha provocado 174.000 cortes de corriente durante 2021. Esto afecta a 74,2 % de la población».
Estos números negativos incluyen también la reducción en la producción y distribución de gas, lo que ha llevado a que casi cinco millones y medio de venezolanos deban utilizar leña para cocinar, provocando talas indiscriminadas y enfermedades pulmonares provocadas por la inhalación de humo de leña.
Graves situaciones cuya resolución se ve lejana, por no decir imposible, mientras Venezuela siga secuestrada por la ideología chavista que ha provocado todos estos males.
Redacción: Luis González