El pasado martes Transparencia Internacional (TI) presentó su Índice de Percepción de la Corrupción (CPI, en inglés) de 2021. Según este índice, casi ningún país realizó avances de consideración en su lucha contra la corrupción. Algunos, incluso, han bajado de escalafón.
En este índice, que clasifica con un máximo de 100 el nivel de transparencia de cada gobierno monitoreado, Uruguay se mantiene a la cabeza con 73, seguido de Chile con 67. El resto de los países califican bajo 50: Costa Rica con 58 puntos, Cuba (46), Colombia (39), Argentina, Brasil (38), Ecuador, Panamá y Perú (36), El Salvador (34), México (31), Bolivia, República Dominicana y Paraguay (30), Guatemala (25) y Honduras (23).
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Tanto Nicaragua como Venezuela, ambas en dictadura, se encuentran en el sótano, Nicaragua con un 20 y Venezuela con un vergonzoso 14. El informe de TI señala que mientras Paraguay es el único país con mejora significativa en los niveles de transparencia, Honduras, Guatemala, Chile, Nicaragua y Venezuela se han desplomado de forma considerable.
Para Luciana Torchiaro, asesora regional para América Latina de Transparencia Internacional, la actual situación «ha socavado la democracia y los derechos humanos». Además, ha sido determinante para agravar los índices de pobreza y desigualdad e incluso a dificultado la lucha contra la pandemia desatada por el virus chino.
Para la asesora, la región posee una adecuada legislación para enfrentar la corrupción y algunos gobiernos han asumido compromisos. Sin embargo, «faltan acciones firmes para cumplirlos». Sugiere que «hay que dotar a los organismos públicos encargados de implementar estas leyes de los recursos necesarios económicos y técnicos, y, por supuesto, sumarle voluntad política».
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Además, pide garantizar la separación de poderes, en una región donde «el sistema de pesos y contrapesos es muy débil». Transparencia Internacional advierte que en Latinoamérica se han incrementado los ataques, muchos de ellos graves, contra la libertad de expresión, de información y de asociación. Esto son derechos que deben ser considerados «fundamentales para que haya democracias sanas y sin corrupción».
En el caso específico de Venezuela, el informe destaca que, además de estar de última en la clasificación de transparencia, en ese informe obtuvo la puntuación más baja nunca antes recibida, hasta el punto de encontrarse en el vergonzoso club de los países más corruptos de todo el mundo (puesto 177), apenas por encima de Yemen, Siria, Somalia y Sudan del Norte. Estas son las consecuencias de creer en el chavismo y su farsa del «Socialismo del Siglo XXI».
Redacción: Luis Alfredo González Pico