Todos sabemos que uno de los sueños del nefasto Chávez era colocar a Venezuela en medio de un conflicto militar, sin importar las consecuencias. Durante años estuvo retando a los Estados Unidos, a Colombia y a Brasil con un enfrentamiento con la banda de corruptos en la que convirtió a la FANB. Ahora, el sucesor designado por Chávez para destruir al país, el indocumentado Nicolás Maduro, está en ruta a lograr este sueño, una meta que sólo pude traer desgracia a los venezolanos.
Todo comienza con un conflicto que ocurre al otro lado del mundo, entre Ucrania y Rusia. Ucrania, llamada en un tiempo «el granero de Rusia» es una nación que se independizó al yugo de la extinta Unión Soviética, buscando el camino de la democracia.
Putin, actual presidente de Rusia (ganador de unas últimas algo dudosas elecciones) siempre ha soñado con retornar a la gloria de la URSS por lo que necesita reconquistar los países liberados, como en el caso de Ucrania. Prueba de ellos es la anexión ilegal de la península de Crimea (territorio ucraniano) a la órbita del Kremlin.
La amenaza de la expansión rusa obligó a la OTAN a ampliar su política defensiva. Ucrania, aunque no pertenece a la OTAN, si ha hecho la solicitud para ser parte de esta organización militar. Y si este país queda bajo la protección de la organización, a Rusia le sería imposible atacarla sin consecuencias.
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Este estira y encoge entre Rusia y los aliados occidentales está llevando al máximo la tensión en el área, sobre todo por el acumulamiento excesivo de divisiones militares rusas en la frontera y la advertencia de diferentes organismos de seguridad de que Putin autorizaría un avance sobre territorio ucraniano entre enero y febrero de 2022.
Ante esta situación, Putín decidió amenazar con un juego de fuerzas que vendría a empeorar la situación de todos los venezolanos. Y es que con la aprobación de los chavistas, existe la posibilidad de que la patria de Stalin desarrolle una infraestructura militar en Venezuela lo que incluye misiles balísticos y tropas rusas en territorio nacional.
En estos momentos Rusia y la OTAN se encuentran en negociaciones en Ginebra. A medida que se trata de llegar a un acuerdo para detener las hostilidades en Europa oriental, el vicecanciller ruso Sergei Ryabkov, nada menos que uno de los más importantes diplomáticos de Putin, no descartó un despliegue militar ruso tanto en Venezuela como en Cuba, lo que llevaría a estos dos países a estar en la primera línea en caso de un conflicto. Es decir, en caso de que algo sucediera entre Estados Unidos y Rusia las bombas caerían primero en Caracas que en Washington o Moscú.
Sergei Ryabkov aseveró que «todo depende de la acción de nuestros homólogos estadounidenses». Advirtió que Putín estaría dispuesto a tomar medidas técnico-militares en el caso de que Estados Unidos y la OTAN no cedan a sus pretenciones de amenazar (o invadir) países vulnerables sin la capacidad defensiva para enfrentar a los rusos. Un déjà vu de la táctica de violencia y terrorismo que permitió la formación de la desaparecida URSS.
Esta amenaza no es para nada reciente. Ya desde junio de 2021 Rusia ha estado construyendo una narrativa de apoyo a las dictaduras de Nicaragua, Cuba y Venezuela en el marco de las llamadas «amenazas externas». En el caso de Venezuela, Rusia se ha comprometido a fortalecer la cooperación militar con la dictadura de Nicolás Maduro.
Este compromiso se dio en una reunión entre el entonces canciller de la dictadura, Jorge Arreaza y el ministro de asuntos exteriores de Rusia, Sergei Lavrov. Es relevante recordar que tener tropar rusas en Venezuela, además de ser ilegal, es una amenaza en contra de todos que se opongan al régimen.
Como ejemplo de este riesgo podemos ver lo sucedido en las recientes manifestaciones espontáneas en Kazajistán por el aumento del gas. La respuesta a estas protestas fue la represión a sangre y fuego por parte de tropas rusas solicitadas por el «presidente» kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, quien acusara a todo manifestante de ser terrorista y autorizara a las tropas a disparar a matar.
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Existen rumores que las acciones de las tropas rusas en favor de este genocida, provocaron la muerte de centenares de civiles desarmados. ¿Será este «respaldo» criminal el que Nicolás Maduro busca al entregarle a los rusos la soberanía nacional? Recordemos que Maduro ha demostrado ser capaz de cualquier barbaridad con tal de permanecer en el poder.
Estados Unidos, por su parte, está monitoreando la presencia rusa en Venezuela desde tiempo atrás. Ya en 2020, el entonces comandante del Comando Sur de las Fuerzas Armadas, Craig Faller, había advertido que «la influencia rusa es la principal fuerza manteniendo a Nicolás Maduro en el poder». Señaló también que «Veo con alarma lo que Rusia está haciendo con Venezuela en términos de personal desplegado y en la diseminación de desinformación».
Recordemos que Rusia ha tomado el puesto de aliado político, primero de la revolución socialista de Hugo Chávez, y luego con la dictadura de Nicolás Maduro. Además, después de China, Rusia es el más importante acreedor de Venezuela por unos 7.500 millones de dólares. Esto sin olvidar que las empresas rusas están involucradas en negocios nada claros en cuanto a la industria petrolera, extracción de oro y otros minerales, y en oscuras inversiones.
Ya Venezuela estuvo en un punto de tensión con la visita de bombarderos nucleares rusos supersónicos Tupolev 160 a finales de 2018. En caso de cumplirse la amenaza de desarrollar una infraestructura militar rusa en Venezuela, el país se acerca a una situación de alto riesgo que pondría en peligro la vida de millones de venezolanos y que amenazaría la paz de toda América Latina.
Redacción: Luis Alfredo González Pico