Una venezolana muy decidida ha llevado los entrañables sabores de la familiar Hallaca al país que la recibió. Su misión es hacer feliz a los que están lejos en Navidad.
La diáspora venezolana quiere comer hallacas cuando llega la Navidad, de forma incansable buscan y degustan platos que los transporte a Venezuela a través de sus sabores y los recuerdos con ellos asociados. Pero, no es fácil conseguir en el exterior productos como los que se preparan en rituales familiares e inalterables de nuestro país.
Fue en la búsqueda de una hallaca de sazón insuperable, en diciembre de 2019, que Oriana Silva iniciaba, sin saberlo todavía, «Hallaca Tradicional», un emprendimiento que consiguió una receta criolla mixta.
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«Todo comenzó con un antojo. En diciembre de 2019, mi novio, hoy actual esposo y yo, queríamos comer hallacas, pero unas buenas hallacas», relata Oriana Silva, quien llegó a probar varias versiones, pero en ninguna halló el gusto que la hiciera viajar, sin salir de Chile, a las navidades junto a su familia.
Sigue contando la joven: «Por eso hicimos nuestras propias hallacas con la receta de mi mamá y la de su abuela. Decidimos juntar ingredientes, sentimientos, olores y sabores que nos trasladaban a casa. Hicimos pruebas y unimos el occidente de nuestro país con la zona central».
Ese año elaboraron 100 hallacas para repartir entre familiares y amigos, como suele hacerse en Venezuela, y fueron ellos quienes sugirieron que eran ideales para vender y obtener ingresos adicionales.
En 2020, un poco más organizados, incorporaron a Sara Salazar como socia. A pesar de ser un año atípico por la declaración de la pandemia, ya desde agosto comenzaron a preparar y vender hallacas los fines de semana: «Entre 60 y 80 unidades se vendían cada fin de semana y si alguien nos hacía un pedido especial, lo realizábamos. Esa Navidad vendimos más de 300 y eso nos permitió mantenernos económicamente bien durante la pandemia».
En enero de 2021, se decidieron a participar en la campaña «Formalízate», de Sercotec. Enviaron su proyecto confiados en lo que podían aportar a la cultura y la gastronomía venezolana en Chile y lograron quedar entre los 7.387 beneficiarios. Eso los ayudó a para formalizar la empresa.
Su sueño es tener un restaurante propio donde servir mucha más comida típica venezolana, la cual es rica, variada y con mucho carácter.
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Actualmente, estos emprendedores cuentan con delivery vía WhatsApp, para solicitudes en la Región Metropolitana, y pronto estarán presentes en las famosas APP de pedidos.
Silva lo tiene muy claro: «Nuestra misión es llevar alegría, recuerdos, emociones y añoranza. Que en cada bocado nuestros clientes sientan olores, sabores y lugares que le recuerden esa Venezuela de oro, esa época en la que fuimos felices y que soñamos algún día volver a tener».
Ella sabe que el producto es de calidad, que su significado para los venezolanos toca la fibra de la emoción, por eso debemos admirar su persistencia.
Redacción: Lis Parra