Aníbal Nazoa dijo alguna vez: «Nada seduce tanto como la sencillez, el buen gusto y la limpieza de las intenciones». No hay duda de que su obra y la de su hermano mayor Aquiles se mantuvo apegada a este concepto. El dominio del fino arte del humor y el oficio de escribir que caracterizaron a los Nazoa sigue seduciendo a quien los lee. Cualquier venezolano gusta de la amenidad y la profunda inteligencia que este par de hermanos manifestaron en cada poema, crónica, cuento y ensayo escrito con evidente amor.
Aquiles Nazoa
Aquiles Nazoa nació en Caracas el 17 de mayo de 1920. Al igual que su hermano Aníbal era hijo de Rafael Nazoa y de Micaela González. Realizó sus primeros estudios en el Colegio El Buen Consejo; sin embargo, Aquiles se vio obligado a trabajar a los doce años para ayudar económicamente a su familia por lo que tuvo que completar su formación de manera autodidacta.
Ingresó al diario El Universal en 1935 donde trabajó como empaquetador, archivista y, posteriormente, como tipógrafo y corrector de pruebas. En 1940 comenzó su camino en la radio en la emisora Radio Tropical, y se estrenó con una columna en El Universal titulada «Por la misma calle».
Por esa misma época pasó a formar parte del equipo de Últimas Noticias. Surgió, entonces, su célebre seudónimo «Lancero» con el que firmaría una sección de poemas humorísticos llamada «A punta de lanza». Igualmente, bajo el seudónimo «Jacinto Ven a Veinte», Aquiles Nazoa explotó sus capacidades humorísticas en el legendario semanario satírico «El Morrocoy Azul». A finales de la década de los 40 ganó el Premio Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y costumbristas.
En 1950, Nazoa publicó dos libros: «El Ruiseñor de Catuche« y «Marcos Manaure». Cuando El Morrocoy Azul pasó a ser controlado por el gobierno, Nazoa y los demás periodistas migraron a la revista humorística «El Tocador de las señoras». No obstante, la situación política del país finalmente le hizo exiliarse.
Al caer la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, Nazoa retornó a Venezuela y comenzó a colaborar con la revista Dominguito. Aquiles produjo una gran cantidad de obras como «Caperucita criolla», «Diez poetas venezolanos contemporáneos», «Poesía para colorear», «El burro flautista», «Cuentos contemporáneos hispanoamericanos», «Los dibujos de Leo» y «Caballo de manteca».
En 1970, publicó «Humor y amor de Aquiles Nazoa», una compilación de sus mejores obras y su libro más conocido y admirado.
Durante esa década se dedicó a dictar conferencias y a conducir un programa de televisión titulado «Las cosas más sencillas», lo que aumentó su popularidad. Tristemente, Aquiles Nazoa falleció en un accidente de tránsito en la autopista Caracas-Valencia el 25 de abril de 1976. Por proposición de Pedro León Zapata, se inauguró en su honor la cátedra libre de humorismo Aquiles Nazoa de la UCV el 11 de marzo de 1980.
Aníbal Nazoa
Aníbal nació en El Guarataro, popular zona de la parroquia San Juan de Caracas, el 12 de septiembre de 1928. Como su hermano Aquiles, también fue autodidacta. Desde joven trabajó como carpintero, ayudante en expendios de alimentos y empaquetador en el diario El Universal. Cursó estudios de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, pero no los pudo culminar.
Bajo la guía de su hermano mayor, Aníbal Nazoa se sintió atraído por la sátira y el humor. A los 18 años, comienza su carrera de periodista en «El Morrocoy Azul», el semanario humorístico y político fundado por Miguel Otero Silva en 1941. En el semanario «Fantoches», Aníbal desarrolló la sátira como género literario.
También escribió para «Dominguito», «Tocador de Señoras», «La Sapara Panda», «La Pava Macha», «El Infarto», «El Fósforo», «El Gallo Pelón» y «Cascabel». No obstante, las publicaciones humorísticas se vieron afectadas con la llegada de Marcos Pérez Jiménez al poder, por lo que el uso de seudónimos se hizo frecuente durante la dictadura.
Fue entonces cuando nació «Matías Carrasco», el alter ego de Aníbal Nazoa que firmaría, a partir de 1955, la columna sabatina «Aquí hace calor» de El Nacional. Su creador estaba vetado por el régimen por ser militante del Partido Comunista y el seudónimo era una medida de protección.
Matías Carrasco fue su cómplice por 36 años, incluso después de la caída de la dictadura y en los posteriores gobiernos democráticos. Después de un tiempo, la verdadera identidad del autor de «Aquí hace calor» se volvió un secreto a voces, tanto que el propio Aníbal recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1969 en nombre de su alter ego.
En 1969 publicó su primer libro, «Obras incompletas», calificado como una de las mejores obras de humor latinoamericanas. En 1973 salió a la luz su segundo libro, «Las artes y los oficios». En la columna «Puerta de Caracas», publicada diariamente en El Nacional entre 1972 y 1994, hizo gala de su dominio de la ironía más fina y partiendo de hechos cotidianos concibió un estudio de su Caracas natal, con lo bueno y lo malo.
Este gran representante de las letras venezolanas falleció el 18 de agosto de 2001, pero nos quedan sus libros y cientos de publicaciones para deleitarnos.
Redacción: Lis Parra