Internet y las redes sociales representan una gran parte de la vida social y creativa de muchos jóvenes. Los niños y adolescentes usan la web y las redes para divertirse, hacer amigos, compartir intereses y explorar su propia identidad. Su vida digital se ha convertido en una extensión de sus interacciones presenciales, pero también es un espacio lleno de riesgos y peligros, especialmente para los adolescentes de 13 años o poco más.
¿Por qué exactamente 13 años? Esa es la edad la que los jóvenes son aceptados en las redes sociales, es decir, es la mayoría de edad legal en internet de acuerdo con una ley de hace dos décadas, y representa el límite requerido por Facebook, Instagram, Snapchat y otros sitios muy populares entre los niños.
El tema de la “mayoría de edad” en Internet siempre ha sido fuente de controversias. Por ejemplo, Facebook anunció recientemente que suspendió el desarrollo de una versión para niños menores de 13 años de su aplicación Instagram, luego de ser fuertemente cuestionados por los posibles efectos perjudiciales de la red social en la salud mental de los más jóvenes.
Pero, ¿cuáles son los riesgos que enfrentan los niños de 13 años en internet? En primer lugar, el contenido inapropiado. Los niños están expuestos a ver contenido ilegal o inadecuado, como pornografía, imágenes de abuso infantil, consejos peligrosos sobre trastornos alimenticios, autolesiones, suicidio, radicalización, violencia excesiva o material de odio.
También es muy común ignorar las restricciones de edad. Algunos sitios web, juegos y redes sociales utilizan verificaciones de edad que son fácilmente burladas, lo que conlleva otro riesgo importante: convierte a los menores en blanco de personas desconocidas. Los niños pueden charlar o hacerse “amigos” de personas sobre las que no saben nada y los hace vulnerables al acoso.
Otro peligro es el intercambio de información personal. Los controles de privacidad de algunos sitios pueden limitar quién ve detalles sobre el niño, como su nombre, edad y dónde vive. Pero cuando este se conecta con un “amigo”, esa persona tendrá acceso a la información personal del menor, incluida su ubicación GPS en algunos dispositivos. Igualmente, algunos juegos gratuitos pueden pedirle al joven que complete muchos detalles antes de poder jugar y luego alquilar o vender ilegalmente esos datos. También están propensos a revelar su ubicación etiquetando fotos, como en Instagram o Facebook. Esto les permitiría a las personas averiguar dónde vive, se divierte o estudia el niño.
Apostar o acumular deudas es otro peligro en línea. Muchos juegos son gratuitos, pero ofrecen la oportunidad de comprar artículos como vidas extra o nuevos niveles. Es así como los niños sin supervisión pueden acumular grandes facturas sin darse cuenta. Por otra parte, los sitios de juegos de azar tienen medidas estrictas para asegurarse de que sus usuarios sean adultos, pero los más jóvenes podrían verse atraídos por ofertas y premios e intentar acceder a estos sitios con la tentación de ganar dinero.
Las preocupaciones sobre la salud mental de los niños de 13 años son perfectamente válidas si se toma en cuenta que les falta cerca de una década para tener desarrolladas partes del cerebro que son claves para tomar decisiones y controlar los impulsos. Sobre esto el gigante de las redes, Facebook, argumentó que los niños que reciben teléfonos cada vez más temprano y mienten sobre su edad necesitan aplicaciones diseñadas para ellos.
Tal vez la propuesta más sensata sea la de James Steyer, director general de Common Sense Media: “Elevar la edad a 16 años sería mucho más inteligente para todos los implicados”. Señaló que las compañías de tecnología también deben invertir cuantiosos recursos para garantizar que se respete la edad legal vigente.
En todo caso, cualquier cambio podría demorar años. Mientras tanto, Internet seguirá siendo una herramienta valiosa y, al mismo tiempo, un riesgo potencial para la seguridad de los niños y jóvenes.
Recordemos que el uso de la tecnología para intimidar es un problema creciente en los últimos años y más de un tercio de los jóvenes admiten que se fueron víctimas al menos una vez. Igualmente, hay un aumento notable del acoso en línea en redes sociales como Twitter o Facebook. Por esta razón, los adultos debemos vigilar lo que un niño bajo nuestra responsabilidad ve, comenta y comparte.
Redacción: Lis Parra