Venezolanos: conejillos de Indias para experimentar la Abdala

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La obsesión de la dictadura chavista de que los investigadores cubanos prueben con la población venezolana sus vacunas, demuestra la absoluta sumisión del régimen de Maduro a las órdenes de la Habana. Y es que la Abdala vuelve a Venezuela sin tener la aprobación de la OMS por lo que es considerada una vacuna experimental.

Las autoridades de Cuba y sus fantoches rojos-rojitos de Venezuela anunciaron el 27 de este mes la llegada de un nuevo lote de la vacuna experimental Abdala la cual fue diseñada como tratamiento contra el COVID19 aunque no existen documentos confiables sobre su desempeño, siendo la única información disponible la compartida por sus propios fabricantes, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (Cigb).

Este lote es parte de un contrato por 12 millones de unidades aunque no se sabe cuando llegara al país. Estas vacunas se suman a las 30.000 dosis enviadas en el mes de junio las cuales fueron aplicadas a 10.000 inocentes. Y es que no hay otra manera de llamar a aquellos pacientes a quienes le colocaron este medicamento sin informarles la naturaleza del mismo como es obligatorio por ley. De hecho, cada uno de estos 10.000 pacientes deberían haber firmado un documento dónde aceptan su papel de conejillos de Indias al percibir una vacuna no aprobada por los organismos internacionales autorizados para tal fin.

Tamaña irresponsabilidad, típica del chavismo, pone en alerta a la Academia Nacional de Medicina de Venezuela la cual expresó su preocupación por la aplicación de una vacuna sin el respaldo de una investigación científica confiable que confirmen sus resultados.

Hasta el momento, en Venezuela se han aplicado 2 tipos de vacunas: la Sputnik V, de manufactura rusa y la Sinopharm, de origen chino. Con respecto a estas, la Academia Nacional de Medicina de Venezuela ha indicado que «Las características de la vacuna Sputnik V se han publicado en revistas científicas y su calidad se ha verificado en ensayos clínicos independientes… (y) la vacuna Sinopharm ha sido aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)». En cuanto al fármaco cubano, la Academia indica que «Abdala no ha sido aprobado por la OMS ni por ninguna agencia reguladora internacional».

La Abdala, a diferencia de las vacunas aprobadas, requiere de 3 dosis, según lo explican los investigadores cubanos. Y aunque sus creadores cubanos aseguran que poseen una efectividad entre el 92,8% al 100%, no existen ningún documento de los organismos internacionales de salud que avalen semejante aseveración. De hecho, los científicos de Cuba aseguran haber desarrollado 3 dosis distintas contra el COVID19, ninguna de las cuales han obtenido reconocimiento internacional.

Según algunos entendidos, estas 12 millones de unidades adquiridas a Cuba tendrán el mismo destino de todas aquellas que la dictadura aseguró haber adquirido a Rusia a principios de 2021 y que Venezuela no ha recibido del todo. Otras voces señalan que el envío de estas vacunas de dudosa efectividad es con el simple objetivo de justificar los barriles de petróleo y de combustible que el régimen chavista regala a la dictadura cubana mes tras mes.

Al contrario de con las otras vacunas, la llegada del fármaco experimental Abdala no puede ser vista como una señal positiva para el país. Sin estudios internacionales que confirmen su eficacia, la Abdala no pasa de ser un experimento que será probado de manera irresponsable con toda la población de un país. Un verdadero crimen contra la humanidad del que Josef Mengele se sentiría orgulloso.

Redacción: Luis Alfredo González Pico

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