La Universidad Central de Venezuela: «la casa que vence a la sombra» que el chavismo quiere destruir

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Hablar de la UCV es hablar de la universidad más relevante de Venezuela y una de las más importantes de América Latina. Además de ser el Alma Mater de profesionales con proyección internacional, también es considerada, arquitectónicamente hablando, una obra maestra. Es por esto que la Ciudad Universitaria de Venezuela fue declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad el 2 de diciembre de 2001, un orgullo más para los venezolanos.

Sin embargo, la meritocracia, la capacitación y el deseo de superación son virtudes que todo tirano busca destruir. En parte, para evitar una generación informada, con capacidad de discernimiento que no se pliegue a los deseos provenientes de los altos círculos del poder. Y por otro lado, porque ofenden al complejo de inferioridad de los dictadores. Fuera lo uno o lo otro, la realidad es que la UCV, en Venezuela, acabó con dos enemigos ignorantes y gratuitos -terrible combinación-: El nefasto Hugo Chávez y el indocumentado Nicolás Maduro.

Desde hace años, el régimen chavista ha ido reduciendo el presupuesto de las universidades que considera «opositora» para destinarlo a las universidades creadas a la medida del proyecto socialista y cuya enseñanza, más inclinada a lo ideológico que a lo productivo, deja mucho que desear.

Para conocer el estado general de las diferentes casas de estudio superiores, basta con observar el actual estado de la UCV. Techos fracturados y caídos, baños inservibles, sistema eléctrico colapsado, comedores universitarios desaparecidos, parque y jardines abandonados, los autobuses para el transporte de estudiantes desvalijados, obras de artes vandalizadas, indigentes durmiendo en sus pasillos, delincuentes robando lo poco que queda. Y, en el caso de la UCV, el Aula Magna, una de las más hermosas y sorprendentes del mundo, en total abandono, deshaciéndose entre suciedad, insectos y oscuridad.

Ibrahím Ledezma, ingeniero encargado de la dirección de mantenimiento de la UCV, señala que se necesita «… entre US$10.000 y US$12.000 dólares mensuales para mantener estas instalaciones y en lo que va de año no he recibido nada. De los 80 obreros que tengo en nómina solo siete vienen a trabajar martes y jueves; el salario es de US$3». Problema que se repite con el personal de seguridad.

Por su parte, la rectora Cecilia García Arocha, férrea defensora de esta casa de estudios, señala: «… del presupuesto que solicitamos este año nos aprobaron 2,2% y de este monto aprobado no nos han entregado el 98%. En 2020 aprobaron 9% de lo que solicitamos y aún no nos han entregado el 75% de esa cantidad”. Cabe resaltar que lo que gana un profesor titular es apenas el equivalente a 9 dólares americanos. Y sin embargo, son muchos los que se niegan a dar su brazo a torcer por el premeditado abandono del régimen.

Ante semejante desastre, la dictadura chavista de Nicolás Maduro decidió crear una «comisión especial» para estudiar el rescate de la universidad que ellos mismos intentan destruir. Para sorpresa de todos, Jackeline Faria, quien pasara con más pena que gloria por el Ministerio de Ambiente, fue elegida para ser parte de esta comisión. El detalle importante -y preocupante- de que Farias sea parte de este «rescate», es que durante el gobierno de Hugo Chávez, fue comisionada -así como ahora- para el «rescate» del río Guaire, el cual debería estar saneado para 2014.

Sin embargo, para julio de 2016, el diario El Universal publicó una entrevista a Juan Bautista González, quien coordinó el componente social del Proyecto de Saneamiento del río Guaire a través de la empresa Gerencia de Campañas Públicas C.A. (Gecamp), entre el hospital Los Magallanes de Catia hasta Quinta Crespo. Bautista González, quien también es sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, señaló que ya se habían invertido 14 mil millones de dólares en la recuperación del río Guaire, dinero que, según asegura en la nota, habrían sido «robados». Ante este precedente, no son muy buenos los augurios sobre el destino de lo mucho o poco que se destine para el rescate de la UCV.

Creer que el chavismo realmente ayudará a restaurar la gloria de la UCV, es más que dudoso, tomando en cuenta sus acciones anteriores. También es dudoso el destino final del presupuesto que se asigne a estos trabajos los cuales podrían acabar como los 14 mil millones de dólares ahogados en las aguas negras del Guaire. A pesar de todo, lo que la dictadura chavista no comprenden, es que la UCV es, además de sus instalaciones, su gente, sus profesores, su personal, sus estudiantes. Personas que sueñan con un futuro mejor y que saben que el conocimiento no puede darse por vencido ante la ignorancia y que al final, la luz brillará de nuevo con gran fuerza en la «casa que vence a la sombra».

Redacción: Luis Alfredo González Pico

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