Las noticias de fallecimiento de pacientes a la espera de un trasplante, sobre todo niños, se está haciendo algo cotidiano sin que por ello el régimen de Maduro haga nada para remediarlo. Según los chavistas, el programa de trasplantes fue suspendido por las sanciones de Estados Unidos, algo que es desmentido por la propia Academia Nacional de Medicina de Venezuela. Y es que aunque el programa fue suspendido oficialmente en 2017, ya desde 2014 se venía reduciendo el número de beneficiarios por la agudización de la crisis, tres años antes de comenzar las sanciones contra la dictadura.
La explicación oficialista para este desacierto es que el gobierno no podía garantizar el suministro de inmunosupresores, algo insólito en pleno siglo XIX. Y ante las continuas críticas por la desidia de la dictadura para proteger la vida de los venezolanos, el régimen pasó a convertir el sufrimiento de los pacientes en diatriba política al indicar en 2019, que el programa de trasplantes se encontraba paralizado por las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos. Sanciones, que dicho sea de paso, no afectan el área de la salud. De esta manera Nicolás Maduro desvirtúa la emergencia al manipular la crisis como un asunto político y no médico, condenando a muerte a adolescentes y niños que lo único que buscan es su derecho a la vida.
En la actualidad, aquellos que requieran de un trasplante deben ingeniárselas para poder salir del país, algo complicado dado el aislamiento internacional impuesto por el régimen comunista venezolano. Esto ha obligado a que personas con estados de salud en extremo delicado, deban arriesgarse a salir por las trochas, enfrentando caminos accidentados y el peligro de ser víctima de los guerrilleros, paramilitares, hampa organizada o militares venezolanos. Algo por completo inaudito antes de la nefasta llegada de Chávez al poder.
Ante esta dantesca situación, la Academia Nacional de Medicina de Venezuela emitió un comunicado donde hacen «…un exhorto a los entes responsables de la salud en Venezuela a buscar una solución urgente a esta grave situación, así como al resto de problemas que enfrentan los pacientes con patologías agudas y crónicas, dado el colapso del sistema de salud».
Por el momento, es poco lo que se puede esperar del régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Sus cómplices en el gobierno y los militares que lo sostienen a fuerza de represión, pueden viajar a donde gusten para obtener la medicina de primer nivel que le niegan al país. Quizás el diálogo actual entre la oposición democrática y el oficialismo logren un acuerdo que permita que la salud llegue a todos los venezolanos. Mientras tanto la Academia de Medicina sigue reclamando por una mejor atención para los venezolanos y los niños siguen muriendo a la espera de un trasplante que la dictadura chavista se complace en impedir.
Redacción Luis Alfredo González Pico