Ni máquinas del tiempo, ni gruesos tomos de Historia de Venezuela son necesarios para adentrarnos en la Venezuela de los siglos XIX y XX. Los 5 libros que recomendamos no fueron escritos con ese propósito, pero en sus páginas encontraremos un velo de nostalgia por un país que ya no existe, pero que alguna vez conocimos de boca de nuestros padres y abuelos.
Memorias de Mamá Blanca
Fue la segunda novela de Teresa de la Parra, publicada en 1929, y es considerada un clásico de la literatura hispanoamericana. En ella la autora aborda el tema de los recuerdos, la historia familiar y el bucólico ambiente de la niñez de una amable anciana en la hacienda de su padre.
La novela nos presenta coloridos personajes y añejas costumbres del siglo XIX, a la vez que va describiendo una Venezuela que experimentaba un proceso de transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas. Podemos ver con los ojos de Blanca Nieves, una niña muy dulce, diferentes personajes emblemáticos, como Vicente Cochocho, tal vez el más entrañable, un humilde peón de hacienda que se expresaba con palabras propias del siglo XVI, para deleite de Mamá Blanca y de los lectores.
Canaima
Aunque la obra más conocida de Rómulo Gallegos es Doña Bárbara, su novela Canaima, publicada en 1935, es una digna joya de la literatura latinoamericana. Canaima, el lugar, es el personaje principal de esta obra. La novela nos habla de Guayana, de la belleza natural de la selva, de los sacrificios de sus habitantes, de los abusos de la explotación cauchera y del atraso del país en general.
Los diversos conflictos de su protagonista, Marcos Vargas, son episodios de la típica lucha entre lo humano y lo salvaje, entre el progreso y la barbarie. Sin embargo, es la batalla que se desencadena en el alma de Vargas la que hace atractiva la historia, porque lo vemos moverse entre un anhelo de justicia y un exagerado sentimiento de hombría.
Buenas y Malas Palabras
Ángel Rosenblat, nació en Polonia y en 1946 llegó a Venezuela contratado por el Instituto Pedagógico de Caracas. Se nacionalizó venezolano en 1950 y en 1956 publicó la primera parte de su estudio “Buenas y malas palabras”.
El volumen recoge una serie de notas que había publicado en periódicos y revistas de Caracas con el fin de despertar el interés del público por los problemas de la filología moderna.
El filólogo trata las palabras con simpatía, usando una prosa amena y asequible, por eso es un clásico de las letras venezolanas. Con algo de humor y mucha investigación, se revelan los orígenes de expresiones populares como coroto, ñapa, manguareo, papagayo, entre otras.
Cuando Quiero Llorar No Lloro
El contexto de los años 60, la “década meteórica” como la llamó Salvador Garmendia, es el que se evoca en la novela más conocida de Miguel Otero Silva, publicada en 1970.
Tres niños con nombre Victorino crecen en Caracas. Uno es un muchacho pobre condenado por las condiciones sociales a ser un delincuente. El otro joven es de clase media, estudiante de sociología, que se incorpora a la lucha armada de guerrillas propia de la época. El tercer personaje es un chico de clase alta, entre cuyos privilegios se encuentra el ser y hacer lo que le da la gana, cosa que lo convierte en un “patotero” practicante de la violencia gratuita.
Su intención era crear un retrato ficcional de la sociedad caraqueña del momento, pero Miguel Otero Silva logró plasmar una realidad contemporánea con increíbles logros estéticos.
Humor y Amor
Aquiles Nazoa publica Humor y Amor en 1970. La recopilación de poesía humorística, teatro para leer y breves narraciones, es su libro más difundido y apreciado.
Nazoa condensa en sus páginas la crítica o admiración que le merecen infinidad de personajes, famosos y anónimos, costumbres, fiestas, obras de la literatura universal, eventos históricos, novedades tecnológicas de la época y más.
No se contuvo a la hora de incorporar venezolanismos con mucha naturalidad. Le debemos, por ejemplo, el exquisito uso de la palabra “pavoso” asociada a ciertos objetos decorativos de mal gusto.
La escritura de Nazoa es un compendio de ironía con guasa y logró hacer del conocimiento cultural algo divertido y al alcance de todos los venezolanos.
Déjate llevar por cualquiera de estas obras a la otra Venezuela, la de tiempos pasados, tal vez un poco más arcaica, pero llena de los matices y temperamentos que nos siguen caracterizando.
Redacción: Lis Parra