Tal parece que las malas noticias no dejan de derramarse sobre Venezuela desde que hace más de 22 años el país cayó en manos de las garras del chavismo. Nada se salva de este cáncer y la alimentación de los venezolanos nunca ha estado en las prioridades del usurpador de Miraflores el cual sigue aumentando de peso mientras en Venezuela, los niños mueren de hambre.
Cuando Chávez comenzó su proceso de destrucción de la estructura de Venezuela para entregársela a los genocidas Fidel y Raúl Castro, uno de los primeros sectores que pulverizó fue el de la producción de alimentos. Muchos recordarán su actitud ridícula al hacer cadenas con una bolsa de comida sobre la cabeza o cuando desperdiciaba leche en polvo ante las cámaras. En poco tiempo comenzaron a faltar los alimentos en los anaqueles venezolanos, leche y azúcar en un principio, sin que se hubiera aplicado ni una sola sanción y mientras las arcas de Venezuela rebosaban de los mayores ingresos de dinero en la historia del país, con un barril de petróleo por encima de los 100 dólares.
Con el tiempo, el chavismo fue utilizando la alimentación como arma política, una inhumana herramienta que disfrazan de «ayuda» para el pueblo, la cual es manipulada según las decisiones políticas de Miraflores, favoreciendo a los grupos de represión ante que a los civiles.
El CLAP es uno de estas herramientas de control social. Un invento nacido de la perversidad comunista vigente en Venezuela que consiste en una caja de comida cuya distribución puede suspenderse según el comportamiento político de los venezolanos. No son pocas las denuncias de que estas cajas llegan con mucha mayor frecuencia a los sectores pro-chavistas que a los de oposición, a pesar de que es un derecho humano de los venezolanos.
Sin embargo, esta herramienta muestra síntomas de desgaste, según lo indica la Organización No Gubernamental Ciudadanía en Acción, en voz de su presidente, Edison Arciniegas. Según un balance sobre la distribución de estas cajas de comida aparecido el 12 de agosto de 2021 en el-carabobeno.com, en la actualidad este programa cubre apenas el 28% de la población.
En dicho balance, a principios de 2021 el programa llegaba a un total aproximado de 2 millones cien mil familias, cifra que descendió hasta 1 millón ochocientos mil. Según lo indica Arciniegas, «El suministro por parte del Estado no llega al 5% del sistema global de alimentos». Más aún, el peso de estas cajas que era de 8 kilos setecientos gramos descendió a 5 kilos setecientos gramos, casi la mitad para alimentar al mismo número de personas. Para agravar la situación, Arciniegas denuncia que en las cajas actuales «ya no hay aceites, ya no hay mayonesas, ya no hay enlatados, ya no hay lácteos». Y desde hace tiempo, ya no hay proteínas.
Como vemos, Venezuela sólo puede esperar malas noticias mientras el chavismo esté en el poder. No les bastó con destruir el aparato productivo venezolano y aniquilar al bolívar, sino que son los responsables de una generación de venezolanos mal alimentados, con graves deficiencias físicas, quienes no han podido contar con los alimentos que se necesitan, cuando se necesitan. Una deplorable realidad que está sujeta al capricho de una clase social que odia a Venezuela y a los venezolanos y para quienes el hambre es una arma política válida para mantenerse en el poder.
Redacción Luis Alfredo González Pico