Fraude chavista: se eliminan los protectorados para instaurar el Estado Comunal

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Cuando el régimen chavista comenzó a lanzar el anzuelo de las megaelecciones, el dictador Maduro sorprendió a todos con la noticia de que eliminaría los protectorados, una figura por completo ilegal creada por él mismo para usurpar las funciones (y el manejo de fondos) de las gobernaciones en manos opositoras. Esta eliminación, que podría ser tomado como un acto de buena fe por parte del régimen comunista, se trata en realidad de un movimiento de distracción para engañar a los venezolanos con un poco de dulce mientras prepara la soga con la que piensa ahorcar de manera definitiva a al país: el estado comunal.

Ley Orgánica de Ciudades Comunales.

Esta ley hecha a la medida de las ambiciones chavistas plantea la creación de un parapeto denominado «ciudad comunal», algo que no existe en la Constitución de la República de Venezuela. Es decir, se trata de algo tan ilegal y siniestro como los propios «protectores» de marras que ahora el dictador dice que va a eliminar. En una interesante nota publicada por elimpulso.com el 29 de julio de 2021, se indica que «conforme al artículo 4 del mencionado texto (en referencia al proyecto de ley introducido a la Asamblea Nacional chavista de 2020), se trata de una agregación de comunas en un ámbito territorial determinado, es decir, se presenta como una figura que desconoce y desnaturaliza la descentralización y la autonomía municipal y estadal, atentando contra los artículos 2, 5, 157, 158, 159, 168 y 184 constitucionales». En otras palabras, una ley salida del modelo cubano que convierte en papelillo la Carta Magna venezolana.

Asesinando a golpes a la democracia.

En la misma nota se hace referencia a un análisis de la ONG Acceso a la Justicia sobre este controversial tema, advirtiendo que «la propuesta, además de contradecir la descentralización político territorial, se presenta como una estructura prevista para desmontar el sistema republicano del Estado constitucional democrático, que está fundamentado en los principios de supremacía constitucional (artículo 7), de legalidad (artículo 137), de división de los poderes (artículo 136), de la responsabilidad del Estado (artículo 140) y en el reconocimiento y vigencia efectiva de los derechos humanos (artículos 2 y 19)». Esto quiere decir que los estados y municipios serán figuras anecdóticas, sin valor real, mientras que el Ejecutivo nacional pasa a concentrar todo el poder para actuar a conveniencia.

Totalitarismo a paso de dictadores.

Esto, como es evidente, apunta a que el venezolano como tal no tendrá relevancia alguna para el modelo político que el dictador Nicolás Maduro intenta instaurar. Ya hemos visto como aquellos elegidos por los venezolanos para regir los destinos de determinadas regiones, son desplazados por la maquinaria comunista. Este fue el caso de Antonio Ledezma quien fuera elegido como Alcalde Mayor del Distrito Metropolitano de Caracas, triunfo que fue desconocido por el régimen, siendo sus funciones usurpadas por Jacqueline Farías. Lo mismo sucedió con Enrique Capriles cuyas responsabilidades fueron usurpadas por Elías Jaua bajo la ridícula figura del «protector». Lo mismo sucedió con otros cuatro estados: Anzoátegui, Mérida, Nueva Esparta y Táchira. ¿Democracia participativa o tiranía rojita?

Conclusiones.

El engaño de la eliminación del protectorado, el cual dicho sea de paso sólo será efectivo luego de las megaelecciones, es apenas una perla más de toda la cadena de mentiras con las que Maduro acostumbra a engañar al país. Dentro del contexto general, esto es el mal menor. A lo que hay que poner cuidado y enfrentar con decisión es la conformación del estado comunal. Si el chavismo ha llevado a Venezuela al abismo como lo ha hecho hasta ahora, no es difícil imaginar lo que sucederá cuando implante el estado comunal con lo que Venezuela se convertiría en un feudo comunista y los venezolanos los siervos sin derechos que serán obligados a hacerlo funcionar. Un sueño de esclavos al servicio del estado totalitarista que enorgullecería al sanguinario Stalin.

Redacción: Luis Alfredo González Pico

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