Elsa Gramcko, la artista abstracta venezolana que destacó por su calidez

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Desde su niñez estuvo en íntimo contacto con el arte. Su padre fue Enrique Gramcko Brandt, odontólogo de origen alemán y talentoso pianista; su madre, Elena Cortina, gustaba de la pintura. Nacida en Puerto Cabello el 25 de abril de 1925, las vivencias y los recuerdos de la ciudad influenciarán muchas de sus obras.

Elsa, que había recibido gran parte de su formación de forma autodidacta, aprovechó el traslado de su familia a Caracas para asistir, a partir de 1946, a cursos libres de la Facultad de Humanidades de la UCV y como oyente a las clases de Alejandro Otero en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas.

Sus primeras pinturas abstractas datan de 1954 y tienen carácter experimental. En 1956 inicia la llamada Etapa Geométrica, con obras llenas de contraste, formas atrayentes y colores cálidos. Con el apoyo de Alejandro Otero comenzará a participar en exposiciones colectivas, y gracias al reconocimiento recibido representó a Venezuela en la Feria Internacional de Bruselas (1958) y el IX Festival de Cartagena de Indias (1959).

En 1960 comenzó una depuración geométrica y aparece por primera vez el elemento “matérico” en sus obras, una mezcla de colores y aserrín que concentró el protagonismo en la textura. Siguiendo ese camino, Gramcko llegará a incluir metales oxidados en su Etapa de la Chatarras (1961).

En 1964 representó a Venezuela en la XXXII Bienal de Venecia con 14 piezas realizadas con materiales diversos. Ese mismo año recibe el Premio John Boulton del XXV Salón Oficial con El portal y el segundo premio del Salón D’Empaire con La puerta azul.

En 1966 se reinventó en la Etapa de los ojos, animales y amuletos, a la que pertenecen una gran cantidad de piezas de pequeño y mediano formato realizadas, principalmente, con desechos de automóviles y piezas eléctricas. Para el Hotel Caracas Hilton elabora, en 1970, dos obras ideales para espacios arquitectónicos: el mural Toromaima (11 x 6 m) y Ganímedes (esfera de más de un metro de diámetro).

Sus últimos bocetos son ensamblajes de maderas sin colores. Elsa Gramcko abandonó el trabajo plástico, por razones de salud, en 1979 y murió, en Caracas, el 03 de marzo de 1994.

Mujer, artista, sensible y audaz, solo ella pudo resumir su obra: “Para mí la creación es un coloquio interior, un estado que permite el encuentro con mi ser más auténtico, con lo más esencial del material con que trabajo”.

Redacción: Lis Parra

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