En el próximo mes de agosto, si no hay sorpresas de último momento, México recibirá a los representantes de la oposición y del chavismo quienes, por medio de la mediación del Reino de Noruega y con el apoyo de actores internacionales, buscarán una solución a la grave crisis que afecta a Venezuela. Una reunión que desde ya se percibe como compleja en extremo, dadas las características muy especiales se deberán abordar.
Antecedentes.
El Reino de Noruega no es advenedizo en las lides de las negociaciones internacionales, aunque su intento por lidiar entre oposición y chavismo en 2019 no logró los resultados esperados. En un interesante trabajo de alnavio.es publicado el 21 de julio de 2021, se explican algunos puntos del porqué fracasaron las conversaciones del 2019. Según el referido artículo de este portal de noticias, aunque no se llegó a considerar la renuncia de Nicolás Maduro, si se «discutieron extensamente la posibilidad de nuevas elecciones presidenciales, centrándose más en condiciones electorales que quienes ocuparon el palacio presidencial». También jugó en contra el hecho de que «ambos equipos negociadores se enfrentaron a facciones de línea dura», lo que complica cualquier negociación en cualquier terreno.
Además, fuentes de la oposición señalaron que el tibio apoyo de Estados Unidos impidió una mayor presión sobre el régimen. De hecho, el gobierno norteamericano rechazó levantar cualquier tipo de sanciones que permitieran alcanzar las elecciones mientras el dictador Nicolás Maduro estuviera en el poder. Como es evidente, ello redujo al mínimo cualquier posibilidad de maniobra de los negociadores de la oposición.
Sumado a esto, tenemos que Maduro redujo el poder de la facción de Guaidó, presidente encargado de Venezuela, al establecer canales de comunicación con sectores de la oposición más sumisos, que sí estuviera dispuestos a aceptar concesiones de menor envergadura que las solicitadas por el gobierno legítimo venezolano.
Nuevos diálogos, ¿nueva estrategia?
Teniendo en claro algunos de los errores cometidos en los diálogos de 2019 en Barbados y Noruega, es de esperarse que oposición y gobierno planteen estrategias actualizadas a la realidad del momento. Hoy por hoy, el régimen se encuentra en una situación más comprometida que en 2019, con la crisis explotando en todos los frentes, una asfixia financiera que ha hecho que Maduro literalmente ofrezca pedazos de Venezuela al mejor postor y con el espada de Damocles del CPI colgando sobre su cabeza.
Quizás sea por esta situación que la dictadura haya decidido mostrar una aparente fortaleza, deteniendo sin argumentos a Freddy Guevara y amenazando a Luis Somaza, director del despacho de Juan Guaidó, así como a Emilio Graterón, Gilber Caro y Hasler Iglesias, entre otros. La oposición, por otra parte, pareciera que tiene un respaldo más sólido por parte de los Estados Unidos quienes han dejado en claro que el objetivo es lograr elecciones libres, democráticas y justas, y que las sanciones serán levantadas a medida que se progrese en esta dirección. Una flexibilidad que permite mucho más campo para negociar por parte de la oposición.
Y el dictador ¿qué dice?
Como es parte del manual de manipulación castrista, Nicolás amenaza, insulta, arremete contra los medios y reprime a la población, para después llamar al entendimiento y al diálogo en un subibaja de confusas declaraciones. Si bien asegura que desea dialogar, coloca tres condiciones que expertos consideran imposibles de cumplir: primero, levantamiento de todas las sanciones contra Venezuela, tanto por parte de Estados Unidos como de la Unión Europea. Segundo, el reconocimiento de la Asamblea Nacional írrita y los poderes establecidos, todos ellos corrompidos por el chavismo. Y el tercer punto es la devolución de todo el dinero congelado en las cuentas extranjera y la devolución de los activos de las empresas en el exterior, algo que garantizaría la supervivencia del régimen, pero que no representará mayores beneficios para la población civil.
Recordemos que el chavismo nadó en una extraordinaria bonanza petrolera cuando el gobierno de Chávez, dinero que desapareció en los bolsillos rojos-rojitos y en los verde oliva, sin que fuera invertidos en mejorar las condiciones de los venezolanos.
¿Y la oposición?
La oposición y el grupo de países amigos optan en esta ocasión por un estilo de juego más flexible, apostando a revisar las sanciones impuestas, según se avance en dirección a elecciones transparentes. Esto, y el hecho de que estos países reafirmaran el reconocimiento de Guaidó como presidente encargado, permiten una gran margen de negociación para el gobierno legítimo. Sin embargo, según nota de gestion.pe en su publicación del 8 de julio de 2021, «a diferencia del diálogo anterior en Barbados, las delegaciones del gobierno y la oposición serán más amplias debido a que además de negociadores, habrá asesores», según fuentes que hablaron bajo condición de anonimato. «Es un proceso más completo y complejo como hasta ahora no ha existido», señaló uno de los consultados.
Conclusiones.
Aunque lo que todos esperamos del diálogo en México son soluciones para Venezuela, esto no es tan sencillo como parece. Recordemos que estamos ante una dictadura criminal de corte comunista a la que poco le importa la vida o muerte de los venezolanos. Prueba de ello es la actual situación del país el cual se cae a pedazos bajo la mirada cínica de Nicolas Maduro y su corte. Tampoco debemos olvidar que si bien Guaidó, el gobierno legítimo y los venezolanos cuentan con el apoyo de países como Estados Unidos, Colombia, Canadá, Inglaterra y la UE, la dictadura chavista se encuentra apuntalada por Cuba, Rusia, China, el narcotráfico y las guerrillas.
Sumado a esto está el hecho de que Nicolás Maduro y parte de su tren de gobierno han sido declarados delincuentes y hasta narcotraficantes, con órdenes internacionales de captura en su contra, por lo que perder el poder significa acabar en la cárcel. Y eso que la CPI aún no ha dictado nada con respecto a los crímenes de lesa humanidad cometidos por el chavismo a lo largo de los años.
El trabajo de la delegación opositora no es sencillo y es más que seguro que de lograrse algo positivo para Venezuela, sean necesarias concesiones que no todos están dispuestos a aceptar. Decisiones que debemos apoyar así no nos gusten, si con ellos se libera a Venezuela del cáncer del chavismo. Y es que la libertad siempre tendrá un precio, y este nunca será el que queríamos pagar por ella.
Redacción: Luis Alfredo González Pico