El estrés no es una emoción exclusiva de los adultos y sus obligaciones diarias, los niños pueden sentirse abrumados y estresados por diferentes razones. Estas van desde pequeños cambios en sus rutinas hasta eventos traumáticos como la pérdida de un ser querido.
Todo padre quiere tener niños felices, pero no podemos esperar a que sean felices solo por ser niños. Ayudarlos con su madurez emocional es parte de nuestro trabajo como adultos responsables de su adecuado desarrollo. Es por eso que hemos preparado algunos consejos que te ayudarán a orientarlo durante un momento de estrés.
Mantén la calma
Probablemente el querer ayudar a tu hijo te genere ansiedad. Sin embargo, necesitarás mantenerte muy calmado. No querrás convertirte en una nueva fuente de estrés, ¿verdad?
También tendrás que desacelerar la rutina diaria. Organiza horarios flexibles, reduce sus actividades diarias, dale un tiempo para simplemente hacer nada y pensar.
Determina el origen del estrés
Habla con tu hijo sobre qué lo hizo sentirse así. Mientras lo haces escucha muy atentamente. Demuéstrale que lo entiendes y jamás subestimes sus sentimientos. Él no ha elegido sentirse así, no es su culpa. El sentimiento surgió y aún no tiene las herramientas para superarlo.
Escucha con atención y conversa con asertividad
Déjalo hablar sobre qué le molesta, demuéstrale que no hay nada de malo en sentirse así. También, procura dirigir la conversación hacia sus aspectos positivos y fortalezas; estas son las que le ayudarán a superar lo que está ocurriendo.
Asegúrate de que sepa que no tiene que ser perfecto, que los errores son parte de crecer y está bien cometerlos. Solo hay que aprender de ellos.
Mientras conversan puedes ofrecer alternativas de solución, pero no imponerlas. Frases como “quieres intentar…” o “y que tal si hacemos…” le harán sentirse comprendido a la vez que fomentas su autonomía y toma de decisiones.
Compartan una actividad relajante
Al cuerpo le toma de 25 a 40 minutos superar las reacciones físicas generadas por el estrés. Organiza junto a él una actividad que le permita relajar su cuerpo y mente.
Toma en cuenta que él debe estar de acuerdo con la actividad a realizar así que no te molestes si rechaza algunas sugerencias. A veces, simplemente quedarse juntos acostados en la cama mirando al techo puede ser suficiente.
Esperamos que estos consejos te ayuden a abordar la situación. Sin embargo, ten en cuenta que si el estrés persiste o empiezas a notar en tu hijo señales como fatiga constante, falta de sueño y cambios en su apetito, necesitarás la ayuda de un especialista. El estrés prolongado puede afectar seriamente su salud física.
Redacción: Enrique Hernández