¿Comenzó el ocaso del eterno segundón del chavismo?

Nacionales

Cuando se habla de la criminal «revolución chavista», siempre destacan dos de los que más se esforzaron en destruir a Venezuela: el nefasto Hugo Chávez Frías, y Diosdado Cabello, el eterno segundón, siempre a la sombra de Chávez. Ambos se lanzaron a la aventura golpista. Ambos fracasaron en su misión, siendo Diosdado acusado del asesinato del personal de vigilancia de Venezolana de Televisión, un canal que fue tomado por la fuerza y cuyo equipo de vigilancia no portaban armas. Ambos estuvieron presos durante democracia. A ambos se les respetaron sus derechos humanos pudiendo recibir las visitas que desearan y ser entrevistados por los medios de comunicación que seleccionaran. Algo muy diferente al trato cobarde y cruel que el chavismo le ha dispensado a sus opositores desde aquel funesto día que Chávez ganó por vía electoral la presidencia de Venezuela. Un país que desde ese momento el militar entregó en bandeja de plata a los sinvergüenzas dictadores de Cuba.

Pero ya habrá tiempo de hablar de las andanzas y tropelías de quien fuera hasta su muerte títere de Fidel y Raúl Castro. Hoy hablaremos del eterno segundón, el hombre que a quien Chávez llamara “ojitos lindos” en una transmisión nacional y quien nunca pudo escapar de la sombra de su superior. Hoy hablaremos de lo que parece ser el ocaso de Diosdado Cabello, una de las más sórdidas fichas de la dictadura chavista y ejemplo de lo que sucede cuando un resentido social sin moral ni principios, alcanza el poder.

Chávez y Diosdado.

Si bien los dos eran militares y esto otorga una aparente unidad de pensamiento, la verdad es que no lo era tanto. Siempre se corrió el rumor de que Chávez no confiaba en Diosdado y por esto se inclinó más hacia Maduro, un elemento que parecía menos peligroso que “ojitos lindos” para la estabilidad de la revolución chavista. Y es que Diosdado, fiel al espíritu de traición con el que se levantó en armas contra la presidencia democrática de Carlos Andrés Pérez, era una amenaza latente en contra del finado dictador. Durante mucho tiempo tuvo poderosos aliados en altos cargos dentro de la estructura del régimen quienes, llegado el caso, podrían apoyarlo en una nueva aventura golpista, esta vez en contra de su «hermano» Chávez. Analistas deducen que esta es una de las razones de más peso para que, al final, Chávez seleccionara a un elemento gris de dudosa nacionalidad como lo es Nicolás Maduro, separando a Diosdado del sillón de Miraflores y condenándolo a ser el eterno segundón, el aspirante a jefe que jamás fue.

Maduro y Diosdado.

Con Maduro las cosas fueron diferentes. Muy diferentes. Al fallecer Chávez, existía una corriente que apostaba porque Diosdado fuera su sucesor. Habían estado juntos en el ejército. Ambos intentaron romper el hilo constitucional pasando sobre la vida de inocentes en un golpe mal diseñado y ejecutado de manera chapucera. Sin embargo, Chávez deshecho a Diosdado para darle su apoyo a Maduro. Y los cambios no serían para el bien del golpista fracasado. Una vez tomó posesión de la presidencia, algo plagado de irregularidades e ilegalidades, Maduro dio inicio a una guerra en contra de los otros grupos que orbitaban el poder, de la misma manera en que los mafiosos descabezan a las familias que considera peligrosas para su existencia. Tareck el Aissami, Elías Jaua, Rafael Ramírez y, por supuesto, el eterno segundón fueron sus objetivos. De los otros hablaremos en futuros artículos. En el caso de Diosdado puede decirse que este no vio los golpes hasta que fue tarde.

Maduro comenzó su campaña contra Diosdado despidiendo al coronel Barroso, presidente de la Comisión Nacional de Administración de Divisas, CADIVI, un organismo creado durante el régimen de Chávez para administrar las divisas a los ciudadanos bajo ciertas condiciones. Su solo nombre da idea del brutal volumen de dinero que manejaba esta comisión. Esto, por supuesto, representó un golpe al poderío económico de Diosdado, como lo reseña Infobae en su publicación del 5 de enero de 2021, firmado por la reconocida periodista Sebastiana Barraez.

Esto era sólo el principio. A lo largo de los años Maduro se encargó de podar los lazos de Diosdado con aquellos que pudieran atender cualquier llamado a rebelión interna. Un trabajo sutil hasta que en 2020, el dictador Nicolás redujo al mínimo el poder eterno segundón al pasar a retiro a la promoción de 1987, la misma en la que Diosdado mantenía importantes contactos. Esto convirtió a Cabello en la sombra de lo que fue. Sin embargo, esto no fue todo.

Una sombra política.

Ya alejado de sus compañeros de armas, Diosdado podía ser una incomodidad, más que un peligro, en el plano político. A diferencia de Chávez, Diosdado no sabe comunicarse con la izquierda por lo que su mensaje es de corte más militarista, el campo que Maduro le cerró en las narices. Aun así, puede crear disturbios dentro del chavismo, más ahora que se avecinan unas elecciones que son del interés del régimen. Ante esto, el eterno segundón recibió el encargo de crear una comisión para hacer «una revolución judicial», responsabilidad que comparte con la esposa de Nicolás Maduro, Cilia Flores, una ficha del la dictadura, astuta y de peso. Ahora bien, ¿por qué si Nicolás Maduro desea anular por completo a Diosdado, le dio una responsabilidad tan grande? En primer lugar, porque en comunismo nada es lo que parece. Prueba de esto fue el teatro de la Asamblea Nacional Constituyente creada a contrapelo para dar luz a una nueva constitución. Este espejismo jamás cumplió con esta tarea, pero si se encargó de torpedear a la Asamblea Nacional legítima según las órdenes de Miraflores. En segundo lugar porque se trata de una verdadera trampa para perder tiempo, principalmente porque Diosdado deberá vérselas con Maikel Moreno, un expolicia condenado por asesinato en 1987 quien, por magia del chavismo, ahora es el presidente del Tribunal Supremo de Justicia. Y las relaciones no son buenas entre ellos, lo que obligará a Diosdado a centrar su atención en este trabajo, quedando relegado de las decisiones fundamentales relacionadas con las elecciones internas del PSUV.

Una de las pocas fichas que le quedan al eterno segundón es Freddy Bernal, un talibán del chavismo que fue designado «protector del Táchira» un eufemismo para justificar la usurpación de las funciones que le corresponden a la gobernadora elegida democráticamente, Leydi Gómez. Sin embargo, ya Maduro anunció la desaparición de la figura ilegal del «protector», lo que sería otro golpe para Diosdado. Como repuesta, Diosdado impulsa a Bernal para optar por la gobernación del Táchira, pero esto ha levantado protestas dentro del régimen que se niegan a que alguien que ocupara el puesto de protectorado tenga opción para la gobernación. Esto parece indicar que el desesperado intento del eterno segundón por conservar algo de poder va camino, al fracaso.

Camino al ocaso.

De amigo del alma de Chávez a pieza incómoda para Maduro. El recorrido que ha experimentado Diosdado Cabello no es precisamente un camino de rosas. Sin embargo, tomando en cuenta todo el odio que ha despertado entre sus adversarios, el desprecio demostrado por los venezolanos, las burlas dedicadas a aquellos que apenas pueden subsistir, las incontables acusaciones por corrupción y una larga lista de acciones reprobables, se puede decir que «ojitos lindos» acabará cosechando todos los vientos que con altanería, cinismo y deshonestidad ha sembrado a lo largo de su mal habida bonanza. Acabará borrado del panorama político de Venezuela debiendo conformarse con lo que siempre fue: el eterno segundón de Chávez. Una pieza tirada al basurero de la historia.

Redacción: Luis Alfredo González Pico

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *